Cultura

La eterna seducción de Carmen

Carmen, de George Bizet. Solistas: Ana Maksudova, Javier Agulló, Miki Mori, Javier Galán, Yuri Alexeichuk, Fatima Casiani, Stvetlana Sitnik. Orquesta y Coro del Teatro Filarmónico de Donetsk. Director de escena: Carles Ortiz. Director musical: Victor Lemko. Día: Domingo, 9 de agosto. Lugar: Auditorio de la Merced. Aforo: Lleno.

El plato fuerte de la presente edición de este festival era, sin duda, la representación de la ópera Carmen y ello supo verlo un público que agotó en su totalidad las localidades disponibles en el Auditorio de la Merced y que siguió la representación hasta el final con entusiasmo. Se trataba de todo un reto en todos los sentidos: en el escénico por el escaso margen de maniobra que permite el reducido escenario de un espacio sin dotación escénica; y en el musical por las exigencias técnicas y expresivas que para los principales personajes supone la partitura de Georges Bizet. En el terreno escénico se resolvió la papeleta con eficacia en lo escenográfico y con escaso movimiento de actores (era imposible moverse más en tan pocos metros). Algún momento poco logrado hubo, como el final del primer acto o ese gratuito paso a dos coreográfico del segundo acto que, además de recurrir a música ajena a la ópera (la Farandole de L'Arlesienne), quedó un punto ridículo porque la pareja de bailarines apenas si podía moverse en un escenario repleto de personajes.

Mucho mejor, sin embargo, funcionó la noche en el aspecto musical merced, ante todo, a un brillante grupo de cantantes entre los que se encontraban nombres habituales de teatros españoles relevantes. Javier Agulló estuvo inmenso toda la representación, haciendo un Don José eminentemente lírico, si bien a la escena final la dotó de muy convincentes acentos dramáticos. De técnica impecable que le permitió llegar entero al muy exigente acto final, su bella voz y su sensibilidad interpretativa dejaron momentos muy emocionantes, como el aria de la flor, cantada con una gran línea de canto. Más lírica que ligera, la Micaela de Miki Mori brilló por el timbre refulgente de su voz y por lo conmovedor de su versión del frágil personaje, haciendo de su aria del tercer acto un dechado de emotividad y de control de la voz. Impactante sin lugar a dudas y sin fisuras fue el Escamillo de Javier Galán, una voz baritonal de emisión contundente, sobrada potencia y fuerte atractivo tímbrico que irrumpió como un trueno con su famosa entrada del acto segundo. El resto de los personajes secundarios estuvo más allá de la corrección, con momentos muy logrados como el dúo de las cartas entre Frasquita y Mercedes o las breves pero certeras intervenciones de Morales. Y en cuanto a la Carmen de Ana Maksudova debo decir que fue la cantante que menos me convenció. Voz oscura, densa, de centro muy bien perfilado y redondeado, que baja hasta la zona grave mediante un excesivo engolamiento (aunque la escena de las cartas le quedó muy bien en lo vocal) y que en la zona superior suena muy metálica y a menudo se queda vicina al tono. No llegó a transmitir con su interpretación la naturaleza psicológica de su personaje, quedándose en lo superficial. Su mejor momento estuvo en la escena final, donde sí que llegó a meterse en la situación dramática.

Victor Lemko, que dirigió la versión Giraud de la partitura, imprimió brío y energía a su dirección, concertó con eficacia a pesar de algunos desajustes (quinteto del segundo acto) y en ningún momento tapó a las voces. La orquesta estuvo algo menos inspirada que en su concierto del día 4, con violas y chelos poco empastados en algunos pasajes.

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