jesús sanjurjo ramos. historiador

"La esclavitud fue otro punto en la brecha de dos imperios"

  • El especialista presentó cartas inéditas entre Wilbeforce y Argüelles en el congreso 'Cádiz en la red del tráfico negrero'

Jesús Sanjurjo Ramos.

Jesús Sanjurjo Ramos. / ana golpe

-La influencia británica en el discurso anti-esclavista en España es también el tema de su doctorado.

-Mi intención era completar lo que creía era un vacío historiográfico importante: siempre ha existido consenso en torno a que los primeros discursos contra la esclavitud en el ámbito español estaban influidos por el gobierno y los pensadores británicos. Pero, al intentar contrastar las primeras fuentes, esto se perdía un poco, así que he intentado localizar la documentación que lo probara. Y también cómo todas esas ideas, que empiezan a surgir y desarrollarse en Inglaterra, llegan a prender y plasmarse en términos personales.

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, con la correspondencia inédita entre Wilbeforce, Argüelles y el conde de Toreno. Estos dos personajes estaban influidos por el abolicionismo, no sólo por vinculación con el gobierno británico, sino por una relación personal, en términos ideológicos y culturales. Esa correspondencia es la que presento hoy (por ayer) en la charla.

-¿Dónde se encontraban los originales?

-En la Bodleian de Oxford. Aunque hemos encontrado la correspondencia entre Wilbeforce y el conde de Toreno, en el caso de Argüelles, hay parte que está perdida: sólo tenemos las respuestas a Wilbeforce.

-¿De dónde surge una figura tan inusual como William Wilbeforce? Responsable de haber aglutinado la conciencia social en torno al esclavismo, profundamente religioso, pero también, uno de los primeros animalistas, si no el primero...

-Es una figura fascinante. Wilbeforce es el diputado que propone por primera vez la abolición del comercio de esclavos en Reino Unido y un actor fundamental en la historia del abolicionismo europeo. Profundamente religioso, cuáquero. Era amigo del que fuera primer ministro, William Pitt, al que convenció de sacar adelante la legislación.

-Y, en todo esto, ¿cuál fue el papel de Argüelles?

-Argüelles trabaja como espía en Inglaterra para el gobierno de Godoy, y dio la casualidad de que asistió a la sesión de aprobación de la ley abolicionista en el Parlamento inglés.

-Pero, más allá de un interés humanista, la abolición del tráfico de esclavos coincidió históricamente con el cambio de modelo económico hacia una primera revolución industrial. Los esclavos no eran ya necesarios en el nuevo tejido. O los esclavos, si se quiere, comenzaban a ser algo distinto.

-Ese ha sido el gran debate, si obedecía a un impulso moral o el humanismo disfrazaba una conveniencia económica. Yo participo de las ideas más recientes, una especie de conclusión mixta: sin pensar que son sólo elementos humanitarios los que logran la abolición del comercio de esclavos, tampoco es únicamente el mecanicismo histórico el que hace que estas cosas ocurran. Wilbeforce, por ejemplo, creía genuinamente en la bondad de lo que hacía, le dedicó muchos años de su vida y esfuerzos. Cuando propone la abolición de la esclavitud por primera vez, lo rechazan contundentemente. Tuvo que intervenir siete veces, y lo consiguió doce años después. El movimiento abolicionista británico fue, además, el primer movimiento social en el mundo capaz de reunir un millón de firmas: sus defensores consiguieron convencer a sus vecinos de que ese azúcar que consumían tenía como consecuencia el comercio terrible de otros seres humanos. Es verdad, desde luego, que las colonias británicas atravesaban una crisis en el momento en que se decide prohibir el tráfico de esclavos, y que los padres del capitalismo necesitaban abolir la esclavitud porque lo que querían era consumidores, no esclavos.

-El tratado bilateral de 1817 podría fin a la esclavitud sobre el papel, pero no sobre la realidad. ¿Por qué se tardó tanto en poner un freno efectivo a la trata?

-Por la incapacidad por parte de los factores abolicionistas en España de construir un marco social similar al de otros países europeos: es incuestionable que las ideas necesitan de actores importantes para hacer que avancen. Estamos en un momento histórico, además, en el que los británicos dejan de ser aliados para los territorios españoles: el tema de la esclavitud era un punto más en la brecha entre dos imperios, entre dos formas de entender el mundo. El otro gran elemento es la pujanza económica que tiene Cuba en un imperio decadente: los hacendados habaneros tenían un peso político fundamental.

-El discurso de Argüelles, en el marco de la Constitución del Doce, pudo ser estupendo. Pero Cuba era la joya de la corona.

-La riqueza de Cuba comparada con la Península era infinitamente superior. Es muy difícil tratar de calcular el peso de la trata de esclavos en lo que pudiera ser la riqueza de la época porque es como si tratáramos de averiguar qué peso tienen en nuestro PIB el tráfico de armas aunque, desde luego, podemos tener datos laterales que nos den una idea de la magnitud del negocio. Lo que sí sabemos es lo enraizado que estaba en las élites políticas y económicas: la propia Isabel II es acusada por abolicionistas británicos de tener tajada. Y otra referencia importante es la del cónsul británico en La Habana, que afirma que en Cuba no hay nadie que sea ajeno al tráfico de esclavos: no existía la más mínima censura social. Uno de los intentos de la diplomacia británica fue declarar piratería el comercio esclavista, porque así podían ser ejecutados inmediatamente, enviando un mensaje muy claro. España se resistió durante casi cuatro décadas a incorporar esta medida.

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