humor Debate de los profesionales

Los currantes de la gracia

  • Cuatro humoristas gráficos de la ciudad intentan destripar la chispa que arranca una sonrisa en la mesa redonda bautizada como ¡En Cádiz hay mucho gracioso!

El título era sugerente, no me dirán que no. La mesa redonda se anunciaba como "¡En Cádiz hay mucho gracioso!" y participaban -ponía en la publicidad- Mel y Francisco, como ponentes, como humoristas gráficos, y José Luis Vidal, como moderador. Conozco a los tres y, gracias a Dios, ninguno es gracioso. Por ello les aprecio. También Isaac Casanova y Julio Valderas, los de Ella siempre me quiso por mi cerebro, que parece un dúo sensato. El cartel era una ironía. ¿Lo pillan? ¡En Cádiz hay mucho gracioso! Cualquier gaditano sabe que, pese a lo que piensan los madrileños con el latiguillo 'uy, de Cádiz, cuéntame un chiste', los gaditanos no son graciosos. Cualquier gaditano que no sea un pelmazo (que de todo hay, como en cualquier parte) sabe que el humor, uno de los acontecimientos -cada carcajada es un acontecimiento- más importantes de nuestras vidas, necesita trabajo. De eso hablaron ayer los cuatro humoristas gráficos que se congregaron en la tienda Colophon.

Primer hecho: la sala de conferencias, aunque pequeña, estaba llena. Y eso es noticia en esta ciudad de conferencias de salas vacías. Esto interesa. Los mecanismos del humor interesan. Al llegar, Isaac y Julio explicaban cómo es posible la compenetración entre el guionista y el dibujante. Luego, Francisco, que regenta Leviatán, en la calle San José, mi tienda de comics, habló de sus lecturas, de sus mortadelos y sus asterix, que era lo que había.

Había más porque Mel, dibujante de El Jueves y el hombre de las viñetas de este Diario, más tuyo imposible, se preguntaba en la infinitud de su carrera universitaria "si podría dedicarme a esto, si probaba un año sabático. Esto no era Barcelona, la meca de los comiqueros. Era Cádiz..." Y salió.

Mel, de hecho, se plantea el pánico a la viñeta en blanco, a estas alturas, con deportividad. Cuando el moderador pregunta cómo se consigue ser gracioso todos los días, todos los ponentes se sonríen. Nadie es gracioso todos los días. Dice Mel: "Es una trayectoria. Sabes que algún día el chiste no tendrá remota gracia. Lo que buscas es que se te vea en un todo, un nivel medio. Habrá días brillantes y días que no lo sean. Cuando no hay nada, cuando no sale nada, tiras de oficio. ¿Se puede decir oficio?".

Durante un tiempo, Francisco, creador del monumento de Las Cortes de El Conciso en el que las piedras cobran vida, se peleó con el chiste diario. Muy influido por Bruguera y como sustituto de Mel intentó cambiar conceptos en la tira diaria de Diario de Cádiz. "Mel manejaba como un maestro el dibujo único, pero yo quería utilizar la secuencia. El proceso es complejo. Cosas que dibujadas te parecen muy graciosas, las ves al día siguiente y dices 'no vale nada'. Me habían dicho actualidad y actualidad, pero con el tiempo descubrí un filón: la Línea 2, de Puntales a Plaza España. En ese autobús Francisco descubrió algo que no es gracia, que es espontaneidad. "Y esa línea se convirtió en mi fuente de inspiración".

Insistía el moderador en qué hay que hacer para ser gracioso y una cara de póquer recorría el lugar. Isaac y Julio trataron de salir de tan complejo berenjenal: "Es sentido común. Al ser un equipo, uno le dice al otro 'cuidado, que esto tendrá gracia aquí, pero fuera no lo van a entender'. Pero sí, aprovechamos de Cádiz ese gusto por el doble sentido, cierto descaro que transpira..." En fin, son formas de ser gracioso en la titulada como ciudad Graciosa. Y los títulos, aunque sean falsos, hay que conservarlos. Para algo que uno tiene... De momentos, estos cuatro humoristas ayudan a disimularlo. Tsccch. Que nadie se entere.

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