Patxi Andión. Cantautor, escritor, compositor, profesor y actor

"La condición para seguir viviendo es no conformarse jamás, pero es difícil"

  • El autor visita esta tarde El Pelícano para acompañar con su música la presentación del nuevo libro de Luis García Gil "Con los años, siento más la presión de dejar una obra"

Doctor en Sociología, profesor de la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, cantautor, escritor, compositor de bandas sonoras, aficionado a la caza, fue actor... Pero, sobre todo, Patxi Andión (Madrid, 1947) es inconformista y rebelde. Vive con la necesidad permanente de ofrecer algo diferente a lo ya creado. Con la obsesión de no repetirse, excepto para acompañar musicalmente a sus amigos en actos. Tal como lo hará hoy -ayer fue en Jerez- con el escritor Luis García Gil en la presentación de la obra Las gafas de Allen (Origami). Será a las 20,00 horas, en El Pelícano MusiCafé, en Cádiz. Aquí, una charla con un tipo inagotable.

-Una vez más acompaña a Luis García Gil en la presentación de uno de sus libros. Ya lo hizo con la obra sobre Jacques Brel.

-Así, es. Siempre que me lo ha pedido y he podido..., y viceversa. Tenemos una relación muy próxima. Él leerá algunos de los poemas del libro y yo cantaré canciones que tengan que ver con la obra. Pasaremos un buen rato.

-¿Se podrán escuchar algunos de los títulos de sus últimos discos?

-Sí, sí. Cantaré canciones inéditas de disco de 2010, y puede que toque alguna del disco que llevaré en otoño a estudio a grabar, Nada personal, que no sé cómo será ya que se van acoplando los sentimientos. Yo voy escribiendo las canciones sin pensar que van a formar parte de un disco, las escribo cuando no tengo más remedio, cuando llega un momento en que la canción, el interés por el tema, la música que tengo, los versos escritos, me van acogotando, acogotando, acogotando, como si fuera una persona que me está exigiendo, hasta que no tengo más remedio que sentarme a hacerlo. A veces eso me pilla fuera de mi estudio, por ahí, y me tengo que parar y abrir el paréntesis. Es un sentimiento al que no puedo renunciar.

-Ha estado muchos años en silencio, tan sólo con pequeñas actuaciones, y en 2009 regresó con nuevo disco, Porvenir. Y ahora no para.

-Bueno, no tanto, yo también creía eso mismo pero cuando eché la vista atrás he estado dos periodos como de 8 años. Es verdad que es mucho tiempo pero fueron dos periodos diferentes, por diferentes razones. No he estado inactivo, lo que no hacía era enseñar lo que desarrollaba. Estaba más investigando. Sí, en 2009 empezó ese proceso originado por el cúmulo de canciones que es como un peso físico. Hay que liberarlo. Creo que casi todos los creadores tenemos en cierto modo un carácter obsesivo y las canciones me obsesionan continuamente. Hace unos días estuve corrigiendo una que escribí hace unos años. Las canciones no terminan de irse, hay que cambiarlas, pero llega un momento en que hay que quitarse eso de las manos porque si no, las transformas continuamente y no piensas en nada más.

-Usted dice que para crear hace falta libertad.

-Sí, están la libertad interior y la social. La interior siempre se tiene, pero exige mantenerla y esto es muy caro. Para ello hay que mantener la conciencia, el equilibrio entre el interés personal y general, y resumir la dependencia de todos los aspectos económicos que están alrededor de la creación, y eso es caro. Es más sencillo hacer lo que la gente espera de ti. La primera función del artista es no acatar la exigencia del público, si lo hace, se dejan de provocar expectativas. Soy un gran aficionado al flamenco, entiendo algo y he conocido a los más grandes, que eran gente rebelde que no terminaban de adaptarse. Hay un mundo interior del artista que cuesta compartir. Y esto es difícil de mantener. La libertad social, uno pelea por ella, y a uno le meten en la cárcel por ello, le discriminan, le torturan.. . Pero eso es más sencillo porque siempre está uno más apoyado. Lo complicado es la libertad de conciencia. Lo fácil es repetirse y hacer el mismo disco varias veces. Yo no insisto, no estoy aquí para eso.

-De rebelarse, nunca faltan ganas...

-Es que la rebelión es una condición. La rebeldía es inherente a la expresión artística. Hay gente que cree que hace arte, pero no lo hace.

-¿Hay cantautores hoy?

-Sí, los hay. Los ha habido siempre. Miguel de Molina es un cantautor, para mí. Gente que observa a su alrededor y que intenta descubrir lo que es. Pero ha cambiado la estética de los tiempos.

-Cuando se hacen grandes conciertos como cuando se juntan Serrat, Sabina... ¿se pierde la esencia así?

-Bueno, eso son opciones. Ellos hacen un espectáculo cuya ley está por delante de otras. Es un espectáculo festivo que me parece bien, magnífico, aunque artísticamente no me interesa nada.

-Usted que es profesor, cantautor, escritor, compositor, fue actor..., ¿se siente con la responsabilidad de estar dando siempre de sí?

-La verdad es que no... Según me voy haciendo viejo, cada vez tengo más la presión mía personal de dejar obra. Ya estoy en la cuesta abajo, pero veo que sigo haciendo cosas distintas, porque uno tiene la obligación de hacerlas evolucionar, por qué me voy a quitar de eso ahora.

-¿Ser profesor es lo que más le gusta?

-No, no diría eso. Soy profesor desde el año 85 y lo hago porque me gusta. Me podía haber jubilado y no lo he hecho y además me han elegido director del Departamento de Arte de la Facultad de Bellas Artes de Cuenca. Y la gente me dice que yo a mi edad, con lo a gusto que estoy y meterme en este follón... Lo hago porque me gusta y quiero disfrutar de la vida universitaria hasta que me peguen una patada en el culo. Pero mi situación auténtica es en mi estudio, con la guitarra en la mano.

-¿De dónde le viene esa afición a la caza?

-La tengo desde hace muchos años, como relación con el entorno. Físicamente necesito una cierta dosis de salvajismo. Cuando salgo con mis perros, cazan ellos no yo, y veo esa pelea entre animal y animal, me sienta bien, me limpia, me reconcilia con el tipo antiguo de cientos de miles de años que tengo dentro de mí. Una relación que mucha gente ha olvidado.

-Y el mundo del cine, sí que se quedó atrás.

-Se me daba bien, tenía ofertas, pero me daba la sensación de que perdía el tiempo. Me pasaba meses preparando un personaje y al final sentía que invertía ese tiempo en otro. Los tiempos han cambiado. La mayor parte del trabajo audiovisual que se hace hoy es barato y con guiones muy chuscos.

-¿Qué le pide a la juventud?

-La condición para seguir viviendo es no conformarse jamás. Siempre hay que buscar más allá, la única manera de desarrollar desde la vida personal a la profesional o si tienes una obra. Hay que no conformarse, pero es caro y difícil. Esa cosa del artista y su público..., ay, a mí me sale urticaria.

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