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Cultura

Un concierto bien conceptuado

Alrededor de 1808 están 1810 y 1812, fechas lo suficientemente significativas como para tomar nota y dar comienzo a alguna que otra iniciativa de investigación musical en Cádiz. Quien la lleva la entiende…

El comienzo del concierto del lunes en el Palacio de Congresos resultó un poco frío en la interpretación de la Sonata en Sol Mayor k 105 de Scarlatti, y eso que la versión propuesta por Kiener y Luz Martín León-Tello está suficientemente rodada, pero esta versión para pianoforte y castañuelas (la partitura original es para clavecín) no consigue transmitir gran cosa al oyente-espectador. Sin embargo, y todo hay que decirlo, la parte instrumental subió notablemente en calidad a la hora de abordar el primero (allegro assai) de los tres estudios o caprichos que compusiera Arriaga en 1822 para piano solo, y mantuvo el nivel en las otras dos sonatas del concierto: La Sonata en Re Mayor de Antonio Soler, y la Sonata en Re Menor de Mateo Albéniz.

Marta Almajano, la soprano aragonesa protagonista de la noche, comenzó su actuación con Los cantos del trovador, obra de Rodríguez de Ledesma, a la que siguieron las interpretaciones de El corazón en el pecho de Narciso Paz y El Caramba de Ramón Carnicer. Desde el principio, el espectador pudo apreciar la bonita voz que posee Marta Almajano, aunque quizá en estas dos primeras interpretaciones pecara un poco de academicismo y donde le hubiera venido mejor una más cuidada dicción del texto. Pero justo antes del intermedio, llegaron las obras de Fernando Sor: Boleras del caramba, A dónde vas Fernando incauto y Las quejas de Maruja, donde el concierto comenzó a tener otra dimensión, y tanto la instrumentación como la voz consiguieron aunar a favor de la lírica española, manifestando su carácter propio, su exotismo que dirían los franceses de la época.

Quizá lo mejor de la noche, en la voz de Marta Almajano, vino también con la interpretación, pero esta vez en italiano, de la obra de Fernando Sor: Benché di senso privo, Lagrime mie d'affanno y Volate piu de´ venti, que dio comienzo a la segunda parte del concierto. Así lo entendió también el público. Para finalizar el programa, tres obras de Manuel García : La barca del amor (texto de Lope de Vega); Parad avecillas (texto de Meléndez Valdés) y Este si que es corredor (texto de Francisco de Quevedo), donde hubo un pequeña bajada en la calidad interpretativa, pero subsanada con el regalo a los bises del Tra la la y punteado de E. Granados.

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