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Cultura

"La biografía no es sólo lo vivido, sino también lo soñado y lo incorporado"

  • La narrativa de Eduardo Mendicutti protagonizó el encuentro organizado ayer por el Centro Andaluz de las Letras · El escritor resaltó la fuerza de la memoria como primera fuente de ficción

Somos enormes mentirosos. Y lo somos desde el mismo momento en que nos decidimos a contarnos nuestra historia más íntima. Ahí ya, sin duda, estamos fabulando. Sobre la memoria como privilegiado trampolín a la narrativa, así como de las demás características de su obra, habló ayer Eduardo Mendicutti (Sanlúcar, 1948), acompañado del profesor José Jurado Morales. Porque Mendicutti es el escritor del recuerdo pero, también, el que huye de los convencionalismos, el que cuenta de la homosexualidad y el que despliega un peculiar sentido del realismo en su escritura: "Incluso -explica el novelista- con esa palabra tan terrible que todo el mundo intenta evitar, 'costumbrismo'. Pero no es exactamente lo que entendemos por costumbrismo, sino una narración pegada a lo que pasa en el mundo".

"En este sentido, a veces echo en falta en la novela actual más realismo social, no exactamente como el de los cincuenta, sino aplicando las técnicas modernas de narración. Creo que nos hemos alejado demasiado de la realidad. Si uno coge hoy una novela no aparecen obreros por ninguna parte: todos son arquitectos, diseñadores y demás, con sus conflictos muy respetables, claro. Pero no aparece la otra escala y creo que esto es así porque la desconocemos. Aparte de ese problema, está la visión burguesa que tenemos los propios escritores, que tendemos a la endogamia".

Las historias de Eduardo Mendicutti, por el contrario, podrían muy bien tomarse como un espejo inmejorable de la realidad que nos toca vivir. De hecho, Una mala noche la tiene cualquiera se ha utilizado para estudiar el contexto histórico de la Transición: "Aunque es una visión muy especial, porque es un travestí andaluz el que cuenta la noche del 23F -dice el autor-, cuando la escribí llegué a pensar que podía parecer incluso oportunista, porque en ese momento estaba muy pegado al presente. Todos los datos son reales de esa época. Mi sorpresa es que se sigue editando y figura en los programas de narrativa española contemporánea".

Otro rasgo inseparable de las letras de Mendicutti es el apego a la memoria, a los lazos del pasado que sienten todos sus personajes. "De hecho -comenta- la gente se empeña en identificarme en cada una de mis novelas aunque mi vida sea, por supuesto, mucho más aburrida. Es cierto que muchas veces yo digo que alguna obra mía es 'autobiográfica'. Y claro que lo son: porque uno es también lo que ha soñado, lo que ha deseado, lo que ha leído, lo que ha escuchado, además de lo que le ha ocurrido. Porque la biografía no es sólo lo vivido, sino también lo soñado y lo incorporado".

El palomo cojo podría ser un ejemplo inmejorable de este desarrollo. "El protagonista tenía diez años en la misma época en la que yo los tenía -cuenta-, y la casa que recreo es la casa de mis abuelos, en Sanlúcar. Pero todo lo demás es añadido. Pues desde que salió la novela, mi madre tuvo que ir repitiendo que ella no era una madre desnaturalizada. Y, desde entonces, también, hay algunos de mis primos que no me hablan".

"De hecho -ríe el escritor- en una ocasión, se me acercó un chaval que me dijo que, precisamente la tarde anterior, había estado jugando con las hermanas Caballero. Las opciones son dos: que en Sanlúcar haya tres hermanas solteronas con afición al juego, o que mis personajes hayan cobrado vida".

"Al parecer el escritor tiene muchas 'verdaderas patrias': la infancia, el lenguaje, la memoria... pero yo creo que la memoria es la definitiva. Entre los transexuales que he conocido -prosigue Mendicutti-, los hay que me aseguran que no les supone ningún problema recordar cuando eran hombres y otros que, simplemente, me dicen que han borrado todos esos recuerdos. Y yo creo que, de alguna manera, todos hacemos eso: no borrar los recuerdos pero sí, manipularlos. Y los escritores lo hacemos con desfachatez absoluta. Rememorar es un proceso absolutamente literario".

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