Cultura

El azulado mapa sentimental del polifacético Pepe Ángel

  • El arquitecto, poeta y empresario gaditano recoge en los poemas visuales de 'Misolasolas' una personal clasificación de las pequeñas olas "de tobillo para abajo"

No es del todo cierto, pero ocurre. Es lo común. Las cosas no existen hasta que las nombras. La mesa no es mesa. El libro no es libro. La tierra no es tierra. Hasta que alguien los llama, los distingue, los diferencia de todo lo demás con los nombres de mesa, libro o tierra. Algo así andaría pensando el polifacético gaditano Pepe Ángel González un día cualquiera mirando la orilla, observando, un día tras otro, los pequeños hilos de plata que rematan la mar cuando viene a morir en la playa, la alegre espuma de cuando todo termina, las maneras en las que el viento moldea los pliegues de esas lenguas de agua que besan la arena… Las olas… Las pequeñas olas que lindan con la tierra. Las olas de tobillo. Por qué un sólo nombre para toda una gama de efectos, de estímulos, de fenómenos… Misolasolas es el mapamundi de un nuevo mundo donde todo espera ser nombrado.

Y así, un día cualquiera de hace dos años el arquitecto, el poeta, el agitador Pepe Ángel González partió cámara en mano a la orilla de la playa que lo vio crecer, la playa de la Victoria. "Empecé a tomar instantáneas pero como un trabajo para mí mismo. Me apetecía tener recogidas todas esas olas tan diferentes que a mí me provocaban sensaciones diferentes, porque, al fin y al cabo, Misolasolas no es más que eso, un recordatorio de un mar que cada día es diferente al otro, unas olas que cambian y que, a veces, son nuevas y, otras veces, son antiguas olas viejas", cuenta el autor con quien se puso en contacto la novísima editorial La Sueca para sacar buena parte de este trabajo a la luz.

"Bueno, tengo muchísimas olas más recogidas, 1.500 en concreto, pero en el libro sólo he incluido las que me parecían más interesantes", detalla González quien acompaña a las fotografías con, cómo no, el nombre de la ola en cuestión y de ciertos repuntes literarios como extractos de poemas propios o breves explicaciones sobre las sensaciones que inspiran el nombre de la ola. Y es que "realmente" el título de cada ola "nace de una sensación personal, de lo que a mí me provoca, es una ordenación sentimental de las olas de la orilla de la playa que más conozco, de mi playa de la infancia y mi playa de adulto". "La playa, las olas, que han sabido guardar mis secretos -prosigue- que han sabido escucharme, las olas que nos han bañado a todos y que, siendo de un sitio de costa, siendo de Cádiz, han formado parte de nuestro paisaje desde siempre".

Ahí están la 'ola murmullo', la 'separadora de mares', el 'alboroto de plata', las 'arrugas de mar', las 'olas de cuatro mares'… También, las 'olas secas', "que son la huella ondulada que deja la ola en la arena", explica. O 'las gaviolas', "otra especie dentro de mis olas solas porque hay olas que siempre van acompañadas, de una forma o de otra, por una gaviota que se posa en ellas o que las sobrevuela, pero que finalmente forman como un todo", dice. O 'las olas de viento sin reglas de mar'. Las preferidas del incansable vigilante de la orilla porque le recuerdan a él mismo. "Tienen algo de ingobernables y salvajes", ríe.

La sombra de Pepe Ángel cruza una de las fotografías de su libro arrullado por cerca de cincuenta pequeñas ondulaciones de mar. Esa misma sombra casi se le aparece a todo aquel que contempla la orilla después de leer Misolasolas. "Sí, hay gente que me ha dicho que cuando van paseando por la playa ya se van fijando en esta es tal ola o esta es tal otra, y en realidad ese es el objetivo porque este libro no tiene pretensiones más allá, no tengo otras ambiciones, sólo seguir". Seguir clasificando olas y seguir alumbrado esos puntos ciegos que pasan desapercibidos en la ciudad. "En Cádiz hay muchísimas cosas que miramos pero que no vemos", cuenta intrigante. Próximamente volveremos a ver al inquieto Pepe Ángel González, cámara en mano de nuevo, por nuevos rincones del casco antiguo de la ciudad. Habrá que estar atentos. Se avecinan nuevos nombres. Se avecinan nuevos mundos.

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