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Cultura

El antipúblico como objetivo

  • Faemino y Cansado llevaron la noche del sábado al escenario del Gran Teatro Falla su última producción, '¡Como en casa ni hablar!'

Empecemos diciendo que Faemino y Cansado tenían en la que firma su antipúblico. Por lo que a mí respecta, en contra del dúo madrileño jugaban cansancio, carácter y biografía -horas de visionado forzoso a manos de un desaprensivo-. "Pero, ¿por qué no te gustan? Van en tu línea, ya sabes: inteligente y, sin embargo, estúpida".

Así que, la noche del sábado, éramos siete en el palco: los seis ocupantes y mi enorme sentido de la culpabilidad. Porque las destrezas de las que pudieran hacer uso -y de las que hicieron uso: oficio, control de los tiempos, texto elaboradísimo-, difícilmente me iban a enamorar. Y no, no lo hicieron: pero a su público, que llenó platea, palcos y paraíso, consiguieron entusiasmarlo. De modo que, tomando prestado uno de sus guiños, si hubiera que decir: "¿Es todo esto que dices una sensación endógena, fruto de inercias y sensaciones internas propias del sujeto y ajenas al medio, o está influenciado por factores externos y de carácter circunstancial? ¿Qué me cuentas, eh, eh, eh?". "70/30". Porque su objetivo, esto es: no defraudar y servir varias tajadas del humor en el que se les reconoce, lo cumplieron de sobra.

¡Como en casa ni hablar!, el espectáculo que los humoristas trajeron este fin de semana al Teatro Falla, sigue la fórmula basada en el humor absurdo que Faemino y Cansado llevan elaborando desde hace treinta años. Nada que reprochar: hacer reír es tan difícil que, una vez descubierto el truco, abandonarlo da vértigo. Faemino y Cansado guardan con celo la pepita de oro que encontraron entre el barro -y que les ha asegurado un lugar de honor en el podio del humor "intelectual"-, exactamente igual que guardan su hallazgo cualquiera de sus compañeros en este asunto de buscar la cosquilla, sin importar escalas o colores, desde Los Morancos (por poner un ejemplo) a Les Luthiers (por poner otro).

Veteranos en el asunto de la risa, Faemino y Cansado desplegaron sus recursos sin buscar la carcajada continua. Y, sin llegar a enamorar a su antipúblico (la siesa de la firmante, ya saben), lo cierto es que lo desbloquearon. Hubo arrebatos de risa, que ya es mucho. Hubo momentos perdidos -el sonido, además, no fue el mejor para los soliloquios a bocajarro de micro que son la huella de Javier Cansado-.

Las butacas rieron, que es lo importante. Y su antipúblico, ese imposible, incluso se dejó querer.

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