Cultura

La abierta iconografía de imposibles

  • La gaditana Lita Mora expuso hasta la semana pasada en las casamatas del Baluarte de Candelaria 'Origen' recorría realidad y ficción en infinitos desarrollos signiticativos

Lita Mora. Baluarte de la Candelaria. Cádiz

El Baluarte de la Candelaria, ese espectacular espacio que fue, en otrora, estancias marítimas y, desde hace años, especialísimo dotación de la infraestructura cultural de la ciudad de Cádiz - quizás, eso sí, con escaso contenido para sus infinitas posibilidades-, ha acogido una de las mejores muestras expositivas que se hayan podido contemplar en los últimos tiempos en la capital de la provincia.

Tan particulares estancias portuarias que, desde la Alameda Apodaca, se abren a la inmensidad del Atlántico, se han llenado de vida artística gracias a la obra de Lita Mora, nuestra artista gaditana que, actualmente, reside en Ciudad Real y que es toda una auténtica referencia en el discurrir del arte de Cádiz y una autora a la que siempre hay que tener en cuenta y a la que se le espera por ocupar una importante y amplia parcela en el deambular de la mejor plástica española. Pero Lita Mora no llega, de nuevo, a Cádiz a presentar una exposición al uso, otra muestra más de su particular y personalísimo trabajo. Para esta ocasión, la autora interviene con determinación y contundencia formal todos los espacios de las bellas casamatas, dejando que la poderosa especialidad de las mismas juegue un papel significativo y forme parte del conjunto artístico expuesto.

Lo que hemos podido observar en las casamatas del Baluarte nos sitúa en un trabajo en el que Lita Mora ha desarrollado un amplísimo entramado formal, de la más variada naturaleza plástica, en el que cualquier situación material, sabiamente manipulada, ha servido de elemento constitutivo para formalizar un apasionado y apasionante sistema organizativo donde la realidad y la ficción han perdido sus líneas divergentes, donde la presencia y la ausencia han contribuido a toda clase de desenlaces plásticos y conceptuales, donde el cielo y la tierra han acortado distancias, donde la cosmografía y la geografía han confundido sus aspectos, donde el mar y la tierra han borrado sus orillas, donde lo mediato ha acercado posiciones y lo inmediato ha diluido su aplastante concreción. Todo para crear una realidad presentida que permite descubrir una variadísima iconografía de posibles e imposibles que generan infinitos desarrollos significativos y que, desde el prisma meramente artístico, nos sitúa en un microcosmos de elementos plásticos, con formas que van desde lo simple y esquemático hasta extremos confortantes más complejos que se expanden como una particular hiedra que cubre los espacios. La serpenteante línea de casamatas parece establecer una especie de enigmático juego, con una decisiva argumentación estructural, que se extiende en una escenografía que envuelve de pasión artística tales espacios para que el espectador, también partícipe del juego, se sienta invadido por una plasticidad absoluta.

La obra de Lita Mora se constituye en elementos representativos de una realidad que deja entrever especiales momentos de esa dispar escenografía donde lo real y lo soñado desempeñan un juego con una particular regla de contrarios, imágenes que funden propuestas de lo lejano y de lo cercano; piezas que parecen extraídas de un rompecabezas ideado por un fabulador de enigmas; teselas inconexas de un mosaico transcrito de una lluvia de estrellas; fauna multicolor pescada en un océano de sueños, todo un patrimonio levantado de un sueño que ha sido rescatado de los infinitos recovecos del recuerdo. Son algunas circunstancias de esa especial historia llena de inquietantes episodios que Lita Mora escribe, dulce y felizmente, con esa escritura de infinitas grafías para desentrañar las líneas imaginarias de un universo de cercanos imposibles o de mediatas presunciones.

Lita Mora vuelve a Cádiz a ofrecernos ese maravilloso argumento que resulta de esa historia iconográfica donde la realidad y la ficción muestran sus detalles más especiales.

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