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Cultura

Vega y sus muñecas de cristal

  • El torero del Campo de Gibraltar cuaja una gran tarde en Algeciras, corta tres orejas y demuestra calidad y aires de toreo bueno en sus dos faenas. El Cid corta una oreja y Cayetano, sin suerte

GANADERÍA: Toros de Luis Algarra, bien presentados, descastados y mansos y de juego variado. Manejables. TOREROS: El Cid (de blanco y oro) Estocada, oreja. Estocada y palmas; Salvador Vega (de blanco y oro) Estocada y descabello, oreja. Estocada, dos orejas. Cayetano (de verde y oro) Pinchazo y estocada, silencio. Varios pinchazos y estocada, palmas. Incidencias: Plaza de toros de Las Palomas. Casi media entrada. La empresa Fomentauro entregó a la Fundación del Centenario del Algeciras CF una placa de reconocimiento como homenaje. Se guardó un minuto de silencio por el torero de plata algecireño Salvador Mateo.

La tarde fue de Salvador Vega. Un torero que se reencontró con sus origenes, con su afición. Y que demostró por qué debe ocupar un sitio mejor en las grandes feria. Y eso lo dejó claro desde que hizo el paseíllo en Las Palomas, su plaza, el coso que vio sus primeros triunfos y tardes de gloria. Como la de ayer. Porque Vega volvió a ser el torero que ilusionó a los aficionados en 2003. El de las muñecas de cristal, el que tocaba con ternura el capote y mecía con suavidad los vuelos.

Vega toreó ayer para sus partidarios, para los creyentes en su toreo, para los que no, p ra su afición, para los profesionales y sobre todo para él y su alma de torero con pellizco y duende. Que salió en ciertos fragmentos de su toreo de capote y muleta, pero que no se fraguó en esa perfección que ahelan los toreros porque su lote tampoco tuvo esa calidad. Está claro que sus dos toros se dejaron, pero su falta de casta obligaron a un torero maduro y seguro como Vega a poner la chispa que le faltaba a su lote.

Como así ocurriera en el quinto, un toro de bonita lámina, enseñando los pitones y con buen son en los primero tercios. Vega lo cuajó con el capote, tanto en las verónicas rodilla en tierra como en las chicuelinas al paso, meciendo el capote con la suavidad que el toro permitía.

Y llegó la muleta. Al diestro de la comarca le funcionó la cabeza y el corazón, y en la medida que le dejó el toro, dejó fluir parte de ese concepto caro del toreo que atesora. Una parte, porque el de Algarra tampoco fue un toro bueno, pero Vega le cuajó una faena medida, variada, todo en torero. Torería en los remates y en los detalles del final de cada serie. Toreo caro de dosis pequeñas y derechazos de buen trazo hasta el final de la cadera. Al final hubo comunión entre torero y un público que se entregó a un hijo pródigo, a un torero que hizo suyo hace años. Felicidad en el rostro de Vega y pasión en los tendidos de Las Palomas. Dos orejas ganadas a ley y que ponen la feria cara.

Antes Vega, en su primero, presentó la acreditación de porqué estaba en la feria. Se las vio con un toro manejable, que fue haciendo poco a poco. Demostró por qué es uno de los toreros que mejor maneja el capote con las verónias de recibo. La estética con el percal cobró protagonismo.

Y llegó una faena con un comienzo doblándose de manera sensacional. Trasteo inteligente, medido, dándole el aire que el toro necesitaba. Demostró frescura, ritmo y recursos ante un toro que miraba y que venía metido por dentro siempre. Colocación, estética, poder, seguridad y madurez. Ingredientes de una faena que llegó al tendido gracias al temple. Un público testigo de la renovación de este torero que vuelve a ilusionar en su plaza y ante su gente. Estocada, descabello y oreja.

El Cid mostró una actitud de ganas de triunfar en una plaza que le ha visto tardes importantes. Cuajó una faena inteligente a su primero, un toro bien presentado, manso y descastado. Le tapó El Cid todos los defectos al toro y realizó una labor de nivel. con toques suaves y temple.

En el cuarto, de embestida sosa, el sevillano no se aburrió y demostró ganas y que no quería dejar escapar el triunfo. Todo quedó en predisposición, el de Algarra sí nos aburrió a todos.

Cayetano volvió a no tener suerte en Algeciras. El primero fue un animal soso, sin transmisión, y el sexto apenas dejó opciones: un toro sin clase y complicado. Nada pudo hacer el torero de dinastía.

La tarde fue de Vega, que abrió la Puerta de Feria gracias a su toreo de temple y gusto y a sus muñecas de cristal.

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