Cultura

Uusinta, un grupo para recordar

Un grupo procedente de Finlandia, Ensemble de Cámara Uusinta, nos propuso el martes pasado en el Gran Teatro Falla un concierto con cinco obras de músicos de aquel país, incluyendo un estreno mundial y dando entrada en él -de honor, por supuesto- a Mozart y Saint-Saëns. Obras, las finlandesas, contemporáneas algunas de ellas en cuanto a estética compositiva, y de las que se hicieron interpretaciones de gran calado interpretativo. Largo programa que alcanzaba desde el clasicismo a un estilo en el que había mucho del postromanticismo vienés. Ante tan interesante perspectiva musical cuesta trabajo entender el poco público que asistió a este concierto, no contándose en él sino con los incondicionales de siempre.

Menos entendible resulta todavía la ausencia que suele haber en ellos de alumnos de cursos superiores de música, esos que aspiran a componer algún día. Tal vez lo mejor que puede hacer un Festival de Música que se tenga por importante es insistir en ofrecer programas de calidad, como el que nos ocupa, hasta que el público llegue a considerarlos imprescindibles y los exija, algo que indudablemente lleva su tiempo y su coste, pero la cultura en manos oficiales es lo que trae.

El Cuarteto para flauta y trío de cuerdas de Mozart con el que se inició el concierto, obra de la que se hizo un profundo análisis de su estructura pese a su aparente sencillez, bastó para que conociéramos las señas de identidad del grupo. Con Meditación a Carmen Luz, para flauta y violonchelo, y con Goings, para clarinete, trío de cuerdas y piano, se nos situó en la estética atonal, muy próxima al expresionismo, estilo que busca la expresión de las ansiedades deformando las técnicas convencionales armónicas y contrapuntísticas y sin que la melodía tenga demasiado que ver con esa música. En la pintura, la distorsión de las líneas y el color son sus rasgos más evidentes y más convincentes que sus logros.

Un encanto de obra fue Una tarjeta postal desde Buenos Aires, de Matthew Whittall, que supuso un cambio radical de cuanto hasta ese momento habíamos escuchado con el comienzo sugerido de una melodía urbana que se funde con las notas del famoso tango Todo a media luz -algo disfrazado-, y que a la vez se entremezcla con retazos de esa preciosidad que es No llores por mí Argentina, se puede hacer una síntesis de lo que muy bien podría ser un supuesto argumento de la obra; alarde de orquestación, en todo caso, en donde el entramado de notas cruzadas se resuelve en admirables pianos sonoros.

Camille Saint-Saëns puso la nota elegante y nostálgica al concierto con su Capricho de piezas danesas y rusas, y Lauri Toivio, flautista del grupo, estrenó mundialmente su cuarteto, siendo muy aplaudido tanto por el público como por sus compañeros.

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