Cultura

Tríptico de Alejandría

  • Almed publica las obras alejandrinas de E. M. Forster · Un viático para adentrarnos en el Mediterráneo antiguo

Se cuenta que el Emperador Augusto quiso visitar los restos de Alejandro que reposaban en el centro de la vía Canopia (la futura calle de la Rosetta) eje de la primitiva ciudad helenística que había sido bautizada con su nombre. El hombre más poderoso de la ecúmene rendía homenaje al gran héroe que elogiaban las historias convertido en modelo de gobernante y dios tutelar de la ciudad. Empezaba la leyenda de Alejandría.

Dos mil años más tarde el joven escritor E. M. Forster, hastiado de la rutina londinense y animado por el espíritu de aventura, decidió romper amarras y se inscribió como voluntario de la Cruz Roja en el frente oriental. Lo que iba a ser un excitante destino en la primera línea de combate terminó convirtiéndose una pacífica retaguardia desde donde Forster redactaba informes para el alto mando británico. La pasión de la guerra se habían desvanecido pero quedaba la vieja ciudad, un territorio de posibilidades inagotables para la imaginación del gran fabulador.

Forster quedó, muy pronto, imantado por la antigua corte de los ptolomeos donde estableció su residencia durante tres largos años, los que aún duró la Gran Guerra. Lo que deslumbró al polígrafo inglés no fueron sólo las imponentes ruinas del Faro, el Mouseion o el templo de Serapis, ni las olas que combatían contra los arrecifes de caliza, entonces, igual que cuando Menelao fue desviado de su ruta, desembarcando en una isla desierta que llamaban del Faraón. No. Fue la vida de sus calles, el mestizaje de sus gentes y los cánticos de las religiones que se confundían en una misma salmodia en la plaza central de la ciudad. El espíritu mestizo y conversacional de un pueblo que el ensayista quiso aureolar como ejemplar de civilización, un dique sólido que resistía el imparable avance de los nacionalismos en Europa.

Este es el espíritu que inspira las tres obras que ha reunido con gran acierto la editoria Almed en un único volumen (a partir de la edición inglesa del King´s College de 2004) reparando una historia de infortunios editoriales y olvido de la crítica que se remonta al año 1922, cuando un incendió devoró la tirada completa de la primera edición de la Historia y Guía de Alejandría. Lo que no desalentó al escritor que consiguió que pronto vieran la luz Faros y Farallón los dos opúsculos que completan la trilogía.

Casi un siglo después sigue sorprendiendo la capacidad evocativa del autor en la Historia y Guía. Cómo no perdonarle los inevitables errores históricos, ante la frescura de una prosa que hace de la erudición algo sencillo y hasta agradable al oído; alquimia muy forsteriana. El pecado de amor por la cultura helenística le lleva, en ocasiones, a juicios severos sobre la actitud imperialista de Roma o la ceguera de la religión del Profeta que en el siglo VII terminó por arruinar una tradición filosófica de siglos. Pero también estas exageraciones, que hoy tendrían otros matices, no pasan de la anécdota, ante el excepcional tratamiento de las fuentes que él pudo manejar y su innata capacidad para la divulgación.

Más que notable es su retrato del espiritualismo alejandrino, caudalosa corriente que enhebró el platonismo helénico con el misticismo de raíz oriental (persa y babilónico) en una original síntesis que se plasmó en figuras de la talla de Plotino, Filón o Clemente de Alejandría. No hay cesura, sino continuidad en estas formas de explicarse la relación entre la infinitud divina y la pequeñez humana a través de las hipóstasis de Dios. El relato histórico remite continuamente a la guía de la ciudad, que el lector de hoy podrá gozar como un viático para internarse en el dédalo de las ciudades históricas que compusieron la Alejandría de hoy.

Forster se libera de la rigidez del formato guía en las otras dos piezas que acompañan esta edición. En Faros da rienda suelta a su imaginación, renovando los mitos de una ciudad que siempre fue más helénica que egipcia. Farallón es un conjunto de relatos breves que concluyen con un ensayo sobre la poesía de Cavafis, un desconocido para el mundo literario occidental hasta que Forster lo descubrió.

E. M. Forster. Introducción de Miriam Allot. Almed. Granada, 2008. 538 págs. 28 euros.

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