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Cultura

Tócala otra vez, Bob

  • Dylan con su documental fundacional 'Don´t look back', los Doors, Brian Eno y el soul pizpireto de Soul Time protagonizan la tradicional cita de la muestra con la música

Muchos dirán que Bob Dylan venció el pulso a la eternidad en ese momento de 1965 en el que escogió el festival folk de Newport para colgarse una guitarra eléctrica y cometer una herejía en el templo de la tradición. Eso que algunos interpretaron como un escupitajo (que no era) a Woody Guthrie, Pete Seeger y tantos luchadores de los derechos civiles, se ve con las perspectiva histórica como el auténtico momento en que los tiempos estaban cambiando. El épico film de Martin Scorsese No direction home arroja luz sobre este asunto e incluso abre un abanico de opciones.

Personalmente, creo que ese pulso lo ganó cuando el documentalista D.A. Pennebaker puso a Dylan con unos tarjetones con faltas de ortografía que iba arrojando al suelo con la letra de Subterranean Homesick Blues y, de fondo, el poeta beatnik Allen Ginsberg, el firmante de Aullido ("he visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura"), charlando animadamente con no se sabe quién. ¡Es el primer videoclip de la primera gran estrella global de la nueva era! La escena forma parte de Don't look back (Miércoles 14, 22 horas), una pieza fundacional del documentalismo musical en el que Penneebaker persigue cámara en mano a la estrella en su popularidad y en su intimidad, como cuando se marca en la habitación de un hotel un dúo con Joan Baez versiones de otro inmortal mucho menos célebre, Hank Williams.

Dylan, que en en 1967 no era ningún tonto, definió la pieza una vez montada como "un retrato de Pennebaker según Dylan". En un conocido artículo en el que Pennebaker narra su peripecia junto a Dylan recuerda cómo él estaba junto a su colega y socio Richard Leacock, que posteriorimente filmaría la apoteósica Monterey Pop, dándole vueltas a cómo llevar al cine los días de lord Byron y Mary Shelley en Italia, cuando se presentó Alan Grossman, el manager de Dylan, y les propuso seguirle en su gira por Inglaterra. "¿Y quién es ese Dylan?", se preguntó Leacock. Pennebaker sí sabía quién era y rápidamente supo lo que quería hacer: hagamos la historia de un artista en la cima de la carrera, "un talento extraordinario perseguido por la adulación". Esto es, Lord Byron. Esto es, Dylan.

Don't look back es una magnífica película de tesis. Todo está en el meticuloso mensaje en el que Pennebaker argumenta con imágenes. No es una sucesión de canciones, no glorifica nada. Por eso, cuando el hombre que fue capaz de hilvanar la furibunda canción A hard's rain fall asiste a la primera proyección en Hollywood -un gran desastre, según Pennebaker-, se vuelve lleno de ira y exclama ante el público asistente: "¡Vamos a cambiar un montón de cosas!". Algo recapacitaría esa noche, algo se iluminaría para decir a la mañana siguiente "bueno, dejémosla como está". Y por eso Don't look back, un trofeo de caza mayor, ha llegado a nuestros días con todo su contenido mitológico.

Ante esto, observar When you're strange (Viernes 9, 22 horas), de Tom Di Cillo, un cineasta del que se espera trangresión (Vivir rodando o Delirious), puede resultar decepcionante. El relato lineal de la tragedia griega de Jim Morrison perseguido por las sombras de tres intuitivos y fantásticos músicos en su particular odisea de regreso a nunca se supo dónde (¿la infancia? sí, claro, eso siempre puede ser) no es mucho más que un biopic televisivo que llenaría muy dignamente una hora y pico de Canal Historia. Para el cine, es insuficiente, pero la película cuenta con el interés de imágenes inéditas y, claro, las canciones de los Doors, que no son poca cosa. Para el que se sepa la historia no descubre nada, ya lo habíamos escuchado cientos de veces. Quienes no estén familiarizados con los Doors, vayan a verlo. Les sorprenderán.

El trompetista Chet Baker, otro con una tragedia griega a unas espaldas que acabaron sobre el pavimento de un callejón de Amsterdam, es el hilo conductor de Let's get lost (lunes 12, 22 horas), una intensa película realizada por el fotógrafo Bruce Weber en 1988, el año de la muerte del músico. Es un emocionante testimonio. Disfrutarán los seguidores de Brian Eno -no me encuentro entre ellos, Dios me perdone- de Another green world (Viernes 16, 22 horas), realizada a su mayor gloria. Y recomiendo pura diversión, puro ritmo, en Soul Train (jueves 15, 22 horas). El título del documental es el de un programa de televisión de los 70 destinado al público negro, el Aplauso de los arrabales. En serio, se te van los pies detrás de algunas de las actuaciones que amenazan con descoyuntar al más pintado. No intenten hacerlo en casa.

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