Cultura

Retablos sin tiempo ni edad

  • PACO PÉREZ VALENCIAIglesia de la Merced SANLÚCAR

La iglesia de la Merced de Sanlúcar es un recinto desacralizado que ha sido felizmente reconvertido en centro multiusos. El antiguo espacio eclesial no dispone de excesivas posibilidades museográficas; sin embargo, cuando las necesidades se plantean con especial rigurosidad y se crea un dispositivo escénico adecuado a las características exigidas por una obra de especial singularidad, los resultados adquieren una abrumadora significación. Es el caso de la intervención espacial que ha realizado Paco Pérez Valencia en la antigua iglesia de la sanluqueña Cuesta Belén.

Una obra compleja, marcada por coloristas episodios de muy irregular geometrismo se ha dispuesto en el altar mayor a modo de un especialísimo retablo que retrotrae a capítulos pretéritos con un juego visual diferente, pero de una contundencia plástica absoluta que genera un nuevo sentido de extrema espiritualidad.

El aplastante esquema de la piedra vacía, con el recuerdo de un retablo simplemente esbozado en unas finas estructuras metálicas, generan un especial soporte sobre el que se expande la sinfonía colorista de unas piezas que desencadenan una especial emoción desde una contenida y ascética manifestación plástica.

El mismo espectacular y singular episodio del altar mayor se sucede, esta vez, reducido a mínimos postulados monocromos azules, en los retablos laterales del crucero y en el medio punto del bajo coro.

La obra de Paco Pérez Valencia, escueta pero contundente, contenida pero expresiva, pulcra pero valiente, irregular pero geométrica, clásica pero moderna, justa pero abierta, nos conduce por unos derroteros de espiritualidad donde las ausencias y las presencias mantienen un expectante juego de fuerzas que se atenúan y magnifican en una disposición que lejos de acentuar el contraste entre lo pretérito acabado y el presente con vocación de eterno futuro, patrocinan un diálogo de silentes manifestaciones plásticas.

Paco Pérez Valencia nos conduce por una moderna retablística que, a lo mejor, no sirve para eternizar momentos de idílicas emociones a los pobres de espíritus, pero sí para abrir los horizontes de un arte que, aquí, nuevamente, se presente sin tiempo, ni edad.

Una plástica, la de este artista, eterna que confunde fronteras y hace renacer espacios de suprema emoción.

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