Arte

El Quintero más Quintero

  • Su exposición en la Galería Benot de Cádiz pone de manifiesto el ideario estético del artista gaditano, que aparece en estado puro, sin aditamentos espurios

Aunque Luis Quintero ha protagonizado mucho espacio informativo por culpa -la expresión creo que es mejor que "gracias a"- de su famoso Pajarito, a mí realmente me interesa este Luis Quintero y no aquél -como tampoco me interesa para nada su famosa escultura- por muchos espacios periodísticos que haya ocupado. Considero que Luis Quintero es un escultor con mayúsculas y aquello no deja de ser un divertimento con clara vocación provocativa. Por eso, me parece importantísima, adecuada y necesaria esta exposición donde se deja bien a las claras la significación creativa de este artista. Un autor, por otro lado, suficientemente conocido y valorado en los ambientes artísticos donde se es consciente de su valía como artista, repito de suma importancia en el panorama plástico de Cádiz y, si me apuran, de fuera de nuestras fronteras provinciales.

La exposición nos sitúa por amplios estamentos creativos de un Luis Quintero que va mucho más allá de su mera faceta de escultor, esa que le ha servido para encontrar un camino que él ha ido expandiendo para, ahora, situarse en unos estamentos con los simples límites plásticos totalmente diluidos y posicionados en un arte total donde todo tiene cabida por trascendente, determinante y con muchísimo carácter. De esta manera, los espacios expositivos que dirige Fali Benot se han llenado de dibujos, collages, pintura, escultura y fotografía, todo en un perfecto maridaje -la cursi palabra que está haciendo fortuna nos sirve perfectamente para esta ocasión- donde cualquiera de estos planteamientos podría, a la perfección, ser motivo de algunos de los otros.

El ideario estético de Luis Quintero se pone de manifiesto, argumentando ese desarrollo creativo donde se nos confunde, sin estridencias, espacios estéticos adecuadamente estructurados. Así nos encontramos los jocosos perfiles de una filosofía surreal donde todo es posible dentro de su infinita imposibilidad, también los inquietantes espacios de una estética metafísica que Luis Quintero sabe llenar de poderoso contenido, los increíbles y volubles organigramas de unos mecanismos neodadás con encierran valiosos argumentos para expectantes diálogos. Espléndidas las piezas tituladas La Noche, Maternidad, Ciclo ( in media re), La expulsión del paraíso, entre otras, que canalizan los abiertos testimonios de un artista total, sin fisuras y manteniendo vivos los espíritus intemporales del gran arte de siempre.

Pero la filosofía de Luis Quintero abarca mucho más que las bien estructuradas referencias de un arte al que él sabe conceder nuevos planteamientos. Tras cada una de sus obras el artista ofrece una posibilidad, abre un camino pero, siempre, deja en suspenso un discurso para que sea la mirada atónita del espectador quien continúe y, si lo cree oportuno, ponerle un final, que siempre, a su vez, podrá ser discutido. Y, además, ofreciendo un bello tratado artístico donde nada es dejado a su arbitraria fortuna. Luis Quintero es un artista que recrea una obra perfectamente acondicionada; sus elementos estructurales plantean un arte sin resquicios, donde todo está perfectamente moldeado desde un contundente trabajo artístico. Eso posibilita que nos encontremos ante situaciones donde continente y contenido conforman un todo indisoluble capaz de los mayores y los mejores encuentros. Es un Quintero en estado puro, sin aditamentos espurios que distorsionen la realidad de uno de los artistas más sabios de nuestro entorno.

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