arte

Pintura para limpias miradas

  • Eva Armisen, que triunfa en China, expone en la galería Benot una muestra fresca, amable y cómplice

Galería Benot CÁDIZ

Me decía la otra tarde Fali Benot mientras paseábamos por Cádiz antes de la inauguración de la exposición de José Antonio Carmona, que Eva Armisen es toda una estrella en China y en los países de su entorno. A tal situación ha llegado su obra en aquellas latitudes que casi se ha convertido en objeto de culto, en una autora de moda cuyas obras ocupan todo el espacio urbano, desde carteles publicitarios en estaciones de metro hasta toda esa parafernalia que conlleva los objetos de la moderna sociedad de consumo. Los chinos que son muchos y, por supuesto, no tienen un pelo de tontos, saben lo que hacen y con quién lo hacen. Y es que Eva Armisen es una artista con una capacidad absoluta de levantar inquietud y expectación. Su obra, de una frescura y de una jocosa simplicidad, llega a todos los estamentos y, además, se aparta de esas fórmulas tan plúmbeas y encorsetadas de falsa trascendencia que tanto abruma a la creación artística actual.

Eva Armisen es una artista zaragozana, afincada en Barcelona, que lleva tiempo haciéndose presente en Cádiz y dejándonos muestras de su particular lenguaje lleno de esquematismo y de referencias felices, argumentadas desde una humanidad a la que ella la ha desposeído de sus más desvirtuantes manifestaciones. En su pintura se trasluce un universo de ingenuidades, de formas sencillas, sin recovecos ni excesos, donde todo es más fácil de lo que quiere que sea esta sociedad injusta.

Sus dibujos y su obra seriada nos dejan traslucir una humanidad simple, escueta en sus manifestaciones, más cercana a la pureza de los niños que a la injusta maldad de los mayores. Sus personajes están sacados de una iconografía de festivos episodios, allí donde ejerce su suprema potestad un mundo sin apenas alteraciones, mostrando lo genuinamente verdadero.

La obra de esta artista plantea una pintura amable, fresca y tremendamente inmediata; una pintura que exige una mirada cómplice, sin sobresaltos ni alteraciones, sin dialécticas ni episodios intelectualoides. Se trata de una pintura para ser gozada, sin buscarle interpretaciones vacías, sólo para el goce y disfrute de los sentidos; una pintura que exige miradas limpias, como la de los personajes que representa. Una pintura que surge espontánea, que manifiesta un atractivo universo digno de vivirse y de ser habitado por una sociedad más feliz que la que nos rodea.

Por eso no me extraña que la obra de Eva Armisen esté teniendo tanto éxito. Su jocoso formulario de bellas intenciones abarca toda la fantasía que uno quiera plantearle. Está dispuesta para convencer y para hacer felices. Algo que exige la complicidad de un acercamiento con la máxima pureza.

Buena muestra de Fali Benot para este Cádiz metido en los festivos planteamientos de su espectacular y único Carnaval.

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