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Cultura

Perfecta conjunción de intereses

El universo artístico actual, tan necesitado de buenas propuestas y de infinitos apoyos, debe mostrar toda la consideración hacia aquellas galerías, espacios expositivos, instituciones públicas y privadas o lo que sea, que acojan los trabajos de los artistas nuevos, de aquellos que empiezan su camino con entusiasmo y que muestren deseos de seguir en este complejo mundo de tantas esquivas situaciones. En Chiclana, la artista Carmen Guerrero y Mili Lora dirigen un Taller de Grabado que, al mismo tiempo, patrocina una sala de arte para los artistas más jóvenes con claras muestras de estar en posesión de un sentido artístico que no ofrezca demasiadas dudas. Ya hemos visto en el espacio artístico de la chiclanera calle La Vid varias muestras de absoluto interés, la última, la figuración excelsa en torno a unas soberbias galgas de Pedro Líndez. Ahora, dos jovencísimas artistas, compañeras de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y con la carrera recientemente terminada, son las que ocupan las paredes del taller, la jerezana Ana Domínguez y la artista de la propia localidad, Raquel Labrador.

Pero detrás de esta exposición existen muchas cosas. En primer lugar no se trata de una muestra al uso de dos artistas con lenguajes diferentes que presentan sus obras juntas en un sumatorio de propuestas individuales; tampoco se nos antoja una exposición iniciática, de dos autoras con demasiados deseos de entrar en una dinámica artística sin demasiado bagaje creativo; no observamos, asimismo, esos típicos episodios de los que terminan la carrera de Bellas Artes que se creen en la verdad artística absoluta y pretenden deslumbrar con pocas luces. Ana Domínguez y Raquel Labrador comienzan con pasos cortos pero firmes, tienen claro que su pintura debe tener un sesgo especial, distinto a los esquemas de una realidad ilustrativa de concreciones y tratada con unos planteamientos formales diversos, anunciadores de que sus intenciones no están imbuidas de estrecheces.

Pero lo que más sobresale de esta comparecencia doble es que las dos artistas interactúan juntas, la mayoría de las obras -aunque cada una nos deja, también, retazos de su personal visión pictórica por separado- están confeccionadas conjuntamente, sin resquicios que separan, con una visión aglutinadora de intenciones que redundan en una obra total y expectante.

Por las paredes del Taller de Grabado se suceden esquemas apasionantes de una pintura que no deja indiferente porque trascribe episodios relatores de una sociedad muy cuestionada, con muchos registros extremos, de manifiesta marginalidad, con personajes salidos de unos horizontes urbanos donde se adivina una realidad muy a contracorriente, con aprecibles desajustes morales que empañan el normal discurrir cotidiano y que las dos jóvenes artistas enfatizan en gestos, actitudes y acciones. En algunas de las series presentadas nos encontramos con elementos icónicos que se repiten, como la calavera, que potencia la visión de esa especie de extrema marginalidad urbana que se adivina en las obras.

La pintura de Ana Domínguez y Raquel Labrador desarrolla plásticamente un concepto social, la idea de una humanidad decadente, sin demasiado horizonte, abrumada por episodios que generan desasosiego existencial y que nos hace transitar por un universo de contradicciones marcadas por las modernas vías de comunicación.

Estamos ante un proyecto artístico bastante ilusionante, que evidencia el entusiasmo de unas jóvenes que quieren ser artistas y que luchan por llegar a serlo. Jóvenes que se apartan del adocenamiento al uso y que crean, en comunión absoluta una pintura poderosa, inquietante y que no deja lugar para la indiferencia.

Nosotros siempre hemos sentido una especial inclinación por la creación artística más nueva, sobre todo, por aquella que evidencia el arte salido de espíritus comprometidos, entusiastas y valientes. Estas dos artistas lo llevan a cabo sin cortapisaz, convencidas de que existe un camino artístico que hay que andar sin prisas pero sin pausa. Por otro lado es importante señalar la significativa labor de este espacio expositivo abierto a las buenas intenciones de los que tienen algo bueno que decir.

Taller de Grabado La Bodega. CHICLANA

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