Crítica de música

Música de cámara, y de alto nivel

El Teatro de la Tía Norica, con una muy buena entrada de público, dio la bienvenida al nuevo Ciclo de Música Manuel de Falla, organizado por el ayuntamiento gaditano, que viene sustituir de esta manera al extinto Festival Iberoamericano de Música Manuel de Falla, aunque con un formato muy diferente. Mientras que el antiguo era festival y se venía celebrando en mayo, la nueva oferta es un ciclo que se prolonga durante siete meses del año 2018, y que, a priori, se plantea con una cierta unidad de criterio para los siete conciertos: serán los primeros lunes de cada mes, en el Teatro de la Tía Norica, y ofrecerán conciertos de música clásica de cámara. Podremos escuchar obras para pequeñas formaciones, que abarcan desde el renacimiento español, al barroco, pasando por el clasicismo y romanticismo europeo, hasta llegar a la música contemporánea del siglo XX.

El pasado lunes 15, el concierto estuvo dedicado casi por completo a compositores de nuestro vecino país Francia, en recuerdo de la etapa parisina de Manuel de Falla.

La primera obra que la formación Trisquel Arts interpretó fue la Suite para clarinete, violín y piano de Darius Milhaud, una obra con bastante dificultad en la interpretación y que nos pasea por la utilización de la síncopa, a la vez que huye del concepto clásico de lo que se entiende por una suite instrumental.

Luego dieron paso a la Sonata nº 2 para violín y piano de M. Ravel, donde la gaditana Claudia Sansón tuvo la ocasión de demostrar que es una intérprete consolidada, capaz de expresar con el violín a una gran altura, como es el caso de esta obra de Ravel, donde intencionadamente se pronuncian las diferencias tan grandes que existen entre los dos instrumentos. Muy bien la parte del blues.

En la segunda parte, interpretaron a dúo Bernardo Alcalá y Antonio Oyarzábal. Ambos, clarinetista y pianista, abordaron la Sonata para clarinete y piano de Polenc, una obra del compositor francés perteneciente al grupo de Les Six, y que requiere de una gran habilidad en el clarinetista, pues es considerada por muchos como una de las obras más importantes del repertorio para clarinete.

Por último, a trío, y saliendo de la temática del concierto, interpretaron, a mi modo de ver excelentemente pese a que les confieso que nunca antes la había escuchado, el trío de clarinete, violín y piano en sol menor de D. Khachaturian, compositor de origen armenio que desarrolló su vida musical dentro de la Unión Soviética. Excelente interpretación al piano de Antonio Oyarzábal.

Como propina, y dedicado al público y al ciclo, la formación Trisquel Arts nos ofreció una breve pincelada del Amor Brujo de Manuel de Falla.

Un buen comienzo para un nuevo ciclo de música culta que esperemos funcione bien en el resto de conciertos programados, cosa que tiene altas probabilidades de que así sea.

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