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Mitos y verdades sobre heroínas, tertulianas, bombas y tirabuzones

  • Varias profesoras de la UCA profundizaron, en la tercera jornada del encuentro, en la figura de la mujer durante las Cortes y la Guerra de la Independencia

En un pensamiento rápido, sin depurar, los conceptos mujer y Guerra de la Independencia hacen surgir de inmediato una figura: Agustina de Aragón. Y después, inevitables, las bombas y los tirabuzones.

"Es una canción de la que existen muchas versiones -explica Marieta Cantos, una de las integrantes de Mito y realidad: las mujeres en la Guerra de Independencia-. La estrofa de los fanfarrones pudo tener algún viso de realidad, a partir de una anécdota. Tal vez alguna recogiera trozos de metal para hacer bigudíes. Pero hay otras variantes que, como apunta Alcalá Galiano, no tienen ningún sentido".

"Por otro lado, es verdad que la guerra contra el francés contó con la participación de grandes heroínas -indica Marieta Cantos-. Están María Bellido, en Bailén, o la mujer del director de El Robespierre Español, la portuguesa Carmen Silva... y se dieron también casos de mujeres líderes y guerrilleras en América. Allí, de hecho, los distintos bandos se acogían a distintas vírgenes (a la de Guadalupe, los insurgentes, y a la de los Remedios, los leales). Algo que enseguida se procuró eliminar, por supuesto".

De algunas de ellas, se publicaron apuntes biográficos en la prensa: "Pero, sospechosamente -sonríe la historiadora- se dan muchísimas similitudes entre ellos. Es decir: la mayoría son reconstrucciones a partir de una realidad de la que tampoco se sabe demasiado aunque intentaban plasmarse de determinada manera... No sabemos hasta qué punto se calcan los arquetipos de las mujeres fuertes de la Biblia y de las amazonas".

Pero también, por supuesto, estaba el peso intelectual de las mujeres de la época: "Desde finales del siglo XVIII, la mujer se había ido procurando un hueco en la vida pública y cultural española, a través de tertulias, de sociedades o de asociaciones con carácter excepcional -explica Cantos Casenave-. Cuando estalló la guerra, las mujeres encontraron una coyuntura favorable para desarrollar sus inquietudes".

"La invasión francesa, además -continúa la vicerrectora- contaba con la participación de todos los ciudadanos en la lucha, sin distinción de género. Un bando de Tomás de Morla invitaba a todos los españoles a publicar escritos que defendieran la patria. Y ahí respondieron todos, incluidas mujeres".

A la tradicional labor de mantenedora del hogar venían a sumarse otro tipo de cauces. "A través de distintas labores filantrópicas, por ejemplo -apunta Cantos-. Las mujeres, además, trataban se agruparse: se escribían, se intercambiaban ideas..."

Una de las cuestiones es cómo podían encajar todas estas manifestaciones en el seno de una sociedad aún excluyente y patriarcal. "De hecho -comenta Cantos- enseguida nace un discurso que conmina a las mujeres a dejar de soñar con emociones y que canta las virtudes de la mujer modesta, que se queda en casa o colabora haciendo sábanas y vendas".

La mayor parte de los gestos independientes tratan enseguida de ser reconducidos: "En Gerona, en el asalto de Montjuic, participaron varias mujeres que estaban vinculadas al Ejército y que no tenían problema en ponerse a montar un cañón. Llegaron a crear una especie de compañía que después fue absorbida dentro de los cauces ortodoxos por los propios militares".

"Y la educación de las mujeres -prosigue Cantos- nunca tuvo un sentido similar al que nosotros podemos darle. Cuando se hablaba de educación universal, se referían a que supieran leer y escribir. Para el poder era mucho más fácil poder controlar y reglamentar la instrucción femenina".

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