Cultura

'Memorias del Vivillo' abre una colección sobre bandolerismo

  • El profesor de la Universidad de Cádiz Fernando Durán ha sacado a la luz este estudio que edita Renacimiento y que profundiza en el papel de este mítico personaje del XX

Uno de los últimos episodios del bandolerismo andaluz lo firmó Joaquín Camargo Gómez el Vivillo, un célebre personaje de principios del XX, cuyas memorias salen ahora a la luz de la mano del profesor de la Universidad de Cádiz Fernando Durán.

Las Memorias del Vivillo conforman el primer número de una colección que edita Renacimiento dedicada a la figura del bandolero. Concretamente este capítulo no sólo se centra en las memorias que el Vivillo dictó a un periodista, sino en la repercusión mediática que tuvo su personaje. De hecho, Durán incluye fotografías, viñetas y artículos periodísticos de la época protagonizados por el Vivillo. Si bien, ya en 1981 Renacimiento editó un facsímil de la versión original, con fecha de 1911.

Es precisamente la repercusión mediática el punto que más llamó la atención de Fernando Durán, como especialista en género de la autobiografía española que es. "No es habitual que un bandolero escriba sus memorias", apunta. Y es que Joaquín Camargo Gómez no fue un bandolero cualquiera. De hecho, según explica el profesor de la Universidad de Cádiz, "es un ejemplo de cómo la vieja leyenda romántica del bandolero se transformó en un producto de consumo de masas, como ocurre en la sociedad moderna".

Este fenómeno partió de una oleada de robos perpetrados por bandoleros que en 1906 desató alarma nacional y, en respuesta, una dura campaña por parte de la Guardia Civil. Una época en la que se consiguió aniquilar a todas las cuadrillas, tomando como momento culmen el asesinato del Pernales, otro conocido bandolero.

"En estos momentos va cayendo uno por uno, pero el Vivillo, que es más astuto, logra escapar junto a su familia a Argentina, donde finalmente es detenido en 1909". Es tal la difusión de este personaje, que a su regreso a España tras ser extraditado, una multitud de gente se agolpa precisamente en el muelle de Cádiz -donde llega el barco desde América- "sólo por la curiosidad de ver quién es Vivillo".

Tras ser absuelto de numerosas causas judiciales, allá por 1909, Joaquín Camargo acudió a Madrid, donde se convirtió en un personaje del todo popular, seguido por la prensa de tinte sensacionalista. "Aquí prepara la edición de sus memorias y reaparece en numerosos actos públicos", dice Fernando Durán. Es entonces cuando el mito del bandolero va perdiendo peso, al entrar en un plano de celebridad poco compatible con la leyenda que llegó a ser. Como él mismo destacó: "La leyenda era mi mayor enemiga".

Para seguir rentabilizando su personaje se hizo picador en 1911, acumulando una mala experiencia de la que también hizo un libro de crónicas. Finalmente, la realidad supera a la ficción y vuelve a marcharse a Argentina, donde se convierte en tendero y donde puso fin a su vida varios años después de la muerte de su esposa.

Ahora que acaba de salir a la luz el primer número de la colección, Fernando Durán está sumido en las memorias de Julián Zugasti, gobernador civil que protagonizó una campaña contra los bandoleros en 1870. "Una obra que probablemente engrose algún capítulo de esta colección".

De momento, a Memorias del Vivillo seguirán los títulos Bandidos célebres en España, El bandolerismo andaluz, Bandolerismo en Sevilla y su antiguo Reino o Gente de bronce, entre otros.

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