Hace dos años tuvo lugar una iniciativa cultural insólita. Para conmemorar el año Mozart se montó el Festival New Crowned Hope, dentro del cual se llamó a siete directores no occidentales para que celebrasen el nacimiento del gran compositor haciendo películas totalmente libres donde la música de Mozart tuviese gran protagonismo. Una de ellas fue Media Luna, del iraní Bahman Ghobadi, cortometrajista prolífico que fue también ayudante de Abbas Kiarostami -y actor en otro clásico del cine iraní, La pizarra-. Ghobadi es de raza kurda, y sobre personajes de su atribulado y perseguido pueblo hace sus guiones. Como Media Luna, inspirado en gente que conoció durante su infancia. Y se ha empeñado en rodarla en Kurdistán a pesar de la carencia absoluta de actores profesionales y de industria cinematográfica.

La historia nos presenta a un anciano músico que consigue ser autorizado para dar un concierto en el Kurdistán iraquí. Su mejor amigo se encarga de ir recogiendo en autobús a los diez hijos del músico que viven en diversos pueblos de la zona. Sin embargo, uno de ellos tiene la premonición de que a su padre le va a ocurrir algo terrible antes de la próxima luna llena. El anciano no hace caso, ilusionado con el concierto. Pero necesita la voz de una cantante que vive refugiada en las montañas de la persecución a los kurdos. La convence con dificultades, aunque las mujeres tienen prohibido canten delante de los hombres. La tienen que esconder en el autobús, iniciando un viaje lleno de incidentes. La película ganó el Festival de San Sebastián en 2006.