Cultura

Marsupilami e ideas negras

  • Las historietas de André Franquin nos introducen en una película de animación

Un autor del que el padre creativo de Tintín, Hergé, dijera que "a su lado no soy más que un pobre dibujante" y que ha influido en el grafismo de varias generaciones de creadores es alguien que se merece le dediquemos esta página para recordar su obra o dar la oportunidad de acercarse a ella a quien no la conozca aún.

André Franquin nació en tierras belgas en 1924 y hasta los 73 años consiguió definir una nueva forma de entender la historieta que ha llegado hasta nuestros días. Frente al estilo que imperaba en su tiempo que se distinguía por la línea clara, los colores planos y dibujos relativamente estáticos, sus realizaciones se basaban en el abigarramiento, el claroscuro, el detallismo casi tecnológico de escenarios y aparatos así como un vigoroso sentido del movimiento junto a una narración llena de dinamismo.

Leer sus historietas nos hace partícipes de un ejercicio de película de animación, sumergiéndonos en un mundo vivo que se desarrolla en el papel ante nuestros ojos.

Su formación comenzó en Bruselas donde abandonó las enseñanzas de Bellas Artes para incorporarse a unos estudios de animación. Allí coincidió con otros grandes autores europeos como Morris (Lucky Luke) o Peyo (Los Pitufos).

Comenzó su colaboración en la revista Spirou y a instancias de Jijé -el dibujante que se encargaba de la serie que daba nombre a la misma: Spirou y Fantasio- realizó la primera historieta de esos personajes llamada El Tanque, al frente de los cuales continuó hasta 1968.

Llevó a cabo una completa renovación de los mismos, alejándose de las convenciones de la historieta infantil y desarrollando un estilo gráfico más próximo al cómic realista. Enriqueció la serie con nuevos personajes, como el conde de Champignac o, sobre todo, el Marsupilami (sobre el que mantuvo los derechos cuando se desligó de la labor creativa de la misma), sorprendente animalito de cola prensil e inteligencia casi humana, nativo de la selva de Palombia, que apareció por primera vez en la historia Spirou y los herederos (1952).

A finales de los 40 trabajó de forma paralela en varias publicaciones y estuvo viajando con otros compañeros autores por América donde se vio impactado por múltiples influencias como los cómics satíricos de la revista Mad, determinante en su trabajo posterior.

En 1957 y tras haber colaborado en el semanario Tintín, creó el que tal vez sea su personaje más emblemático: Gastón el Gafe (rebautizado incomprensiblemente como Tomás en las últimas reediciones en nuestro país) un empleado de la Editorial Dupuis sin cometido preciso, pero con una inagotable capacidad para provocar desastres.

Escribió para el dibujante Will Maltaite los guiones de la serie Isabelle, las aventuras de una jovencita que vive en un mundo de fantasía y algunos años después, en 1977, creó Le Trombone Illustré, suplemento "autónomo" y un poco gamberro de la revista Spirou, en el que publicó Ideas Negras, considerada una obra maestra del género. Se trata de una serie de historietas de una sola página caracterizadas por un amargo y salvaje humor negro, con un grafismo también marcado por las manchas negras. Al cerrarse el suplemento sólo treinta números después de su inicio, Ideas Negras pasó a publicarse en la revista Fluide Glacial.

En 1987 se inició una serie de álbumes sobre el Marsupilami, en la que únicamente actuó como supervisor. Su última creación fue la atípica Chronique des Tifous, a partir de la cual se hizo una serie de cortometrajes de animación.

En tornó a él se aglutinó la "Escuela de Marcinelle", llamada así por la ciudad belga en que estaba ubicada la redacción de Spirou que integró a contemporáneos suyos en el mundo de las viñetas que nos han dejado obras que no le deberían faltar a ningún aficionado.

En el ámbito de la historieta española, es determinante la repercusión de Franquin en la obra de Francisco Ibáñez, sobre todo en la serie de Mortadelo y Filemón. El botones Sacarino, otro personaje de Ibáñez, es una mezcla de Spirou (por su uniforme) y Tomás el Gafe (tanto porque, como él, trabaja en una editorial, como por su capacidad para provocar desastres).

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