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CINE

Juego y poder en Las Vegas

  • '21: Black Jack' recupera la historia real de un grupo de brillantes alumnos de matemáticas que se dedicaron a reventar la banca en la ciudad de los casinos

Hace diez años parecía el actor indispensable, pero su carrera ha trastabilleado demasiado desde entonces. Después de varios pequeños papeles, este confeso discípulo de Jack Lemmon hizo dos intervenciones memorables. Una fue el logorreíco "cojo de Nueva York" en la insuperada -y mira que se ha intentado- Sospechosos habituales. Luego estalló con el aburrido marido de American Beauty. Ambos papeles le valieron el Oscar. Pero en el movedizo mundo de Hollywood eso no significa nada. Kevin Spacey empezó a encadenar fracasos, como las estrambóticas K-Pax y Cadena de favores, la aburrida Superman Returns o la tramposa La vida de David Gale. Él mismo cavó algo su fosa dirigiendo y protagonizando Beyond the Sea, una biografía del cantante Bobby Darin que en Estados Unidos acabó directamente en los estantes de los videoclubs. Pero Spacey no ha estado inactivo, pues en los últimos años ha aparcado el cine por el teatro, dedicándose a dirigir el Old Vic, una institución en Londres.

Habrá que ver si su estreno de este viernes, 21: Black Jack, le empieza a devolver sus laureles en el cine. Por de pronto, es una historia impulsada por él y que coproduce. Se reserva un papel secundario de lujo y prefiere dejar el protagonismo a actores más jóvenes, como Jim Sturgess o Kate Bosworth. El film nació, como tantos otros, de un artículo de una revista que contaba la historia de un grupo de brillantes alumnos que pusieron su talento al servicio de su enriquecimiento. Poco después del artículo apareció el consabido libro. En concreto, se trataba de un grupo de magníficos estudiantes de matemáticas en el prestigioso MIT de Massachussets. Se dedicaron a analizar las probabilidades en el juego del Black Jack, uno de los pasatiempos estrella de los casinos americanos. Con el resultado de sus investigaciones se fueron a Las Vegas y consiguieron hacer saltar algunas bancas y forrarse, aunque ahora están en las listas negras de los casinos, donde no pueden acceder.

Dirige Robert Luketic, un australiano menor en el desembarco de tantos paisanos suyos en el Hollywood actual. Tras varias comedias como Una rubia muy legal o La madre del novio, donde consiguió hacer volver a las pantallas a Jane Fonda, se pasa al thriller pero con elementos románticos. Curiosamente, Luketic leyó la historia de estos matemáticos jugadores en su momento y pensó que había ahí una gran película, hasta que tiempo después Kevin Spacey le hizo llegar el guión. El reparto se completa con el gran Laurence Fishburne, en el papel de un sabueso de los casinos. Una cosa curiosa. Los verdaderos estudiantes eran casi todos de origen oriental, lo que no ha sido traspasado a la pantalla del todo.

La trama nos presenta a Jim Sturgess como un tímido estudiante del MIT con problemas económicos. Un día uno de sus profesores (Spacey) le propone entrar en un grupo que dirige, donde se encuentra compañeros suyos que analizan las probabilidades en el juego del Black Jack. Todos los fines de semana van a Las Vegas con identidades falsas a poner a prueba sus análisis. El chico entra, aunque pronto empieza a gustarle demasiado. El tren de vida con el dinero que saca y su amor por una de sus compañeras (Kate Bosworth) pronto le hacen saltarse los límites y atraer la atención de uno de los agentes que velan porque no haya tongo en los casinos de la ciudad del juego, que una vez más vuelve a ser visitada por el cine para ambientar dramas.

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