El co-director del yacimiento de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, hablará esta tarde, a partir de las 20.30 horas y en las instalaciones de Tecnotur, sobre las peculiaridades de este emplazamiento arqueológico y sobre evolución humana.

El prestigioso biólogo y paleontólogo participará en la segunda jornada del ciclo de conferencias Al ponerse el sol con..., organizado por la Asociación de Empresarios de Chiclana. Una iniciativa que ya ha contado con la colaboración de distintos experto de dentro y fuera de Andalucía, como Ramón Corso (de la Universidad de Sevilla), Ángel Muñoz o Carmen García, que impartió una conferencia sobre arqueología subacuática.

Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954) es uno de los responsables del equipo de paleontólogos que trabaja en el yacimiento de Atapuerca, cuya labor fue reconocida con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997. Además de sus méritos académicos, Arsuaga destaca principalmente por realizar un incansable trabajo de difusión científica. Autor de numerosos libros y publicaciones, es miembro, además, de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.

Para el catedrático, que asegura seguir emocionándose con cada pequeño descubrimiento, resulta fundamental tomarse a la gente "en serio": "Intento tratar al público -afirmaba en una reciente entrevista a Diario de Cádiz- como a personas inteligentes, cultas y sensibles".

Según Juan Luis Arsuaga, el yacimiento de Atapuerta representa el origen de nuestra línea evolutiva: "La presencia humana en Europa se remonta a un millón y medio de años -indica el experto-. Es en esas cronologías cuando aparece nuestra especie y cuando aparece la conciencia. Atapuerca nos ayuda a comprender esa etapa de la evolución humana, este millón y medio de años, cuando pasamos de homínidos a humanos".

Atapuerca -cuyas pinturas rupestres se han convertido en todo un símbolo- ha permitido realizar descubrimientos claves en la historia de la evolución humana. Entre los hallazgos antropológicos encontrados en el área, destaca el descubrimiento, en 2007, de una mandíbula de más de 1.200.000 años de antigüedad -lo que convierte a su propietario en el homínido más antiguo encontrado hasta el momento en el continente europeo-.