Cultura

Juan Cruz: "Es mejor no creerse mejor"

  • El escritor y periodista presentó ayer 'Egos revueltos' en la Feria del Libro

"Es mejor no creerse mejor". Así titularía Juan Cruz su propia presentación de Egos revueltos, que tuvo lugar la tarde noche de ayer en la Feria del Libro de Cádiz. "Es mejor no creerse mejor". Un titular que paga una deuda, la del escritor y periodista canario con la periodista Lalia González-Santiago, presentadora del acto en el Baluarte de la Candelaria. "Vamos Juan, dame un titular", río la directora de La Voz de Cádiz a quien Cruz puso en un apuro semejante "hace unos años" al término de un intenso debate con escritores y críticos literarios de altura. Y Juan no se cortó. Y fue preciso. Ejemplar. "Es mejor no creerse mejor". Incontestable.

Sí, la sentencia recoge y acoge el espíritu de la obra, de esa "memoria íntima" de Cruz, donde el periodista narra distintas anécdotas paridas de su relación como editor con diferentes escritores. Así, en la tarde noche de ayer desfilaron ante los asistentes un divertido Borges, la taimada egolatría de Ernesto Sábato, un rifirrafe con Andrés Trapiello... Y Cela. Cela "con sus dos alturas". "La del rimbombante egocéntrico y la del hombre asustadizo, temeroso de su soledad".

Fue una presentación entretenida, sostenida por el tono informal de la alegre voz de Cruz que parecía llenar cada rincón de la sala. El escritor se sentía más cómodo contestando las preguntas de la presentadora que armando un monólogo sobre su último libro. La periodista aceptó las exigencias y, pronto, Cruz tomó carrerilla y se supo meter al público en el bolsillo.

Le costó poco, sobre todo, con una obra que nos acerca a "las pequeñas" manías de "grandes hombres". Una obra benévola. "Mi presentadora puede dar fe de que no existe ningún tipo de mala leche. Hay más abrazos y más aclaraciones que guiños perversos, aunque también hay alguno", rió el literato que estuvo al frente de Alfaguara desde 1992 hasta 1998. De esa etapa, de sus inicios como periodista y de sus vivencias como jefe de Cultura de El País, periódico donde ahora ejerce de adjunto a la Dirección, se nutre buena parte de un libro que bucea entre los recuerdos para entresacar las exigencias, los tics y las historietas de grandes hombres de la literatura universal.

Egos revueltos se para en aquel día donde el autor tuvo que pasar la noche en el mismo cuarto de Cela y "darle palique" hasta que se durmió"; o en esa cena donde tiene, prácticamente, que dar de comer a Borges -ya ciego- empeñado en tomar bichisua; o en las quejas de Sábato porque su nombre no aparecía en un artículo sobre los más importantes escritores latinoamericanos. "Menos mal que sabía de qué artículo hablaba y del por qué no aparecía. Ernesto, el artículo iba sobre escritores muertos".

Brines, Vargas Llosa, Octavio Paz... Y Cela, de nuevo Cela, que protagonizó gran parte de la exposición que Cruz hizo en Cádiz. Habló de aquel papel de exigencias que le pasó el Nobel como condición para hacer un reportaje para El País. "Quería un coche en concreto, detallaba las medidas de la cama, pedía un fotógrafo en concreto y, entre otras cosas, un puesto de trabajo en la Ser para una chica que le acompañaba que se llamaba Marina Castaño", recordó.

Más risas. Curiosidad. El público, ávido de suculentas historias, no quería que llegara al final. El reloj casi marcaba las diez.

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