reconocimiento. ingreso en una institución centenaria

José Joly reivindica la prensa como "garantía de las libertades"

  • El editor del Grupo Joly ingresa en la Real Academia Hispano Americana con un discurso optimista, no exento de autocrítica, sobre el futuro de los periódicos y del buen periodismo

José Joly, editor del mayor grupo editorial de capital andaluz, el Grupo Joly, que hunde sus raíces en Cádiz desde hace 150 años, ingresó ayer noche en la centenaria Real Academia Hispano Americana de las Ciencias, Artes y Letras ante un salón Regio de Diputación absolutamente abarrotado, al punto de que buena parte del público tuvo que seguir el solemne acto de pie. Con José Pedro Pérez Llorca, uno de los siete padres de la Constitución de 1978, como responsable de la respuesta a su discurso de entrada, y bajo la presidencia del vicepresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Jiménez Barrios, el acto se convirtió en una reivindicación de la prensa como garantía de libertades y del conocimiento, lo que expuso José Joly en un discurso que Pérez Llorca calificó de "valiente" y que no estuvo exento de autocrítica a la tarea de los periódicos en la sociedad actual, pero también como una mirada, "un fresco", de nuevo en palabras de Pérez Llorca, de los tiempos que corren, unos tiempos "desorientados", como ya figuraba en el mismo título de un análisis que finalizó con una ovación cerrada de los asistentes, pertenecientes a los más distintos estamentos de la sociedad andaluza y de la provincia.

"La prensa en una España desorientada", como era el título del discurso, hacía referencia a "la confusión, la ofuscación y el extravío que atraviesa la prensa en estos momentos, que no es muy inferior a la que se da en la situación española", una situación que no debía olvidar que "la prensa ha ejercido los dos últimos siglos una influencia decisiva en la opinión pública que ha mejorado la calidad de la democracia y sus instituciones".

No cree probable el editor de Grupo Joly que "la función que cumple pueda ser reemplazada por los nuevos fenómenos digitales, impresionantes en su concepción y avances, pero incapaces cuando se trata de informar debidamente, formar a la opinión pública y pedir responsabilidades al poder", aunque no se pueda negar que haya numerosos colectivos que estén buscando alternativas a esta forma tradicional de obtener información. El problema es que "a los distintos agentes les resulta muy difícil orientarse en la jungla sin reglas conocidas ni responsables identificables en que se ha convertido el mundo de la comunicación. Los mensajes informativos y la propaganda se entremezclan en un escenario disparatado donde cualquier libelo, infundio o mentira indecorosa circula con poco o ningún control".

Es por eso que frente al aluvión de discursos victimistas y apocalípticos sobre el futuro del periodismo tradicional, José Joly, sin negar los problemas que atraviesan las empresas que se dedican a perpetuar este oficio que calificó de "noble", tenga una visión más optimista: "Es innegable que los avances tecnológicos han alterado la esencia de los medios de comunicación, pero el público necesita estar bien informado y el periodismo, entendido como la profesión que traslada a la sociedad los hechos acaecidos o descubiertos, puestos en su contexto, valorados, ordenados y jerarquizados, no está en crisis. Muy al contrario".

Esto sucede en un contexto en el que la palabra "posverdad", que no deja de ser una mentira bien organizada, sea un término repetido hasta la saciedad, un tiempo "en los que la verdad y la mentira son intercambiables y la intoxicación está a la orden del día".

Hay indicios para ser optimista como el caso del respaldo que están obteniendo los dos grandes medios periodísticos norteamericanos ante los constantes ataques del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. "Cabe preguntarse por qué un personaje como Trump arremete de manera tan mezquina contra las instituciones más reconocidas del periodismo mundial. Seguramente llegaremos a la conclusión de lo necesarios que siguen siendo los periódicos para defender los valores de la democracia, la independencia y la verdad".

El reto de los medios es hacer comprender esto a los que conocemos como millennials, la generación que hoy tiene entre 17 y 35 años y que ha crecido con la conciencia de que la información es un derecho gratuito, que no hay que pagar por ella. En España son cerca de diez millones de personas. "Descifrar su escala de valores y códigos de conducta es una necesidad ineludible para la prensa, que no se puede permitir el no influir sobre ellos", sin caer en el error de que el tiempo los "aburguesará. Tienen otra mentalidad".

Recurrió a los resultados del barómetro del Grupo Joly para situarnos ante ellos: desánimo, desconfianza en las instituciones, percepción de corrupción... Visto así parecería que "los ciudadanos se han ido convenciendo de que eligieron a unos incompetentes que no resuelven sus problemas y empiezan a descolgarse del sistema". No son todos, naturalmente, ya que esos políticos han sido elegidos por amplias capas de la sociedad, pero puede dar esa impresión.

En ese sentido, sostiene que "para que la crítica que se les dedica sea menos despiadada, no deberíamos olvidar esa propiedad que hace de la política una actividad especialmente difícil, polémica e insegura. Fueron los políticos quienes recogieron el encargo del pueblo para articular la esperanza de un mundo mejor. Fueron los gobernantes los que elaboraron constituciones que reconocen derechos inseparables de la dignidad humana y leyes que erradicaron la explotación infantil o el analfabetismo. Y políticos fueron quienes armaron el estado del bienestar que hizo posible la extensión de la sanidad, la educación y las pensiones para todos, y quienes encargaron autovías o trenes para unir los pueblos".

Una vez hecha memoria, José Joly aboga por reformas de calado encaminadas a "mejorar el funcionamiento interno de los partidos, vitalizar los parlamentos, respetar las promesas electorales, acabar con privilegios incomprensibles hoy día, cuidar con mimo del dinero público, reducir la burocracia inútil..."

No acometer tareas como éstas podría llevarnos al riesgo de cometer el error de llegar a "rupturas producto de la indignación general". Nuestra reciente Historia nos da un ejemplo de cómo solventar graves problemas sin llegar a rupturas. Y ese ejemplo es la Transición y la Constitución del 78, "que han permitido los mejores 40 años de la desastrosa historia de España de los últimos dos siglos. Al estar allí presente uno de los protagonistas de esa etapa, una persona por la que José Joly mostró su completa admiración, como es José Pedro Pérez Llorca, era obligado citarlo. Y lo citó entresacando palabras de una de las escasas entrevistas que ha concedido y que fue a los periódicos del Grupo Joly. En aquella entrevista y en una frase premonitoria, Pérez Llorca hablaba de que "cuando las cosas no funcionan y los ciudadanos están enfadados y desesperanzados, tiene que haber quienes arreglen los complejos mecanismos de las instituciones al igual que los técnicos arreglan las máquinas que se estropean en las fábricas".

Y aquí vuelve a entrar el papel de la prensa: "Para exigir a los políticos y a los partidos el consenso que, como en la fábrica, arregla la máquina averiada, los medios de comunicación y la prensa en particular, tienen un papel clave. Que la prensa sea la que mejor ha contado cómo esta crisis ha devastado sectores tan amplios de las clases medias españolas, la que denuncie el mal funcionamiento del Estado y los casos más graves de corrupción, no la exime de su responsabilidad". Pero desde esa autocrítica también José Joly defendió que sin la prensa, sin esa información fiable, será muy complicado volver a poner a funcionar la máquina.

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