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Cultura

Impresionante Perera, que cautiva con El Juli y Manzanares

  • El pacense asombra con una faena pletórica premiada con las dos orejas · El madrileño, en lidiador y gran estoqueador, corta una oreja · El alicantino deleita con su temple y consigue un trofeo

Aunque "no son mis avíos" y decía sentirse nervioso, don Francisco Romero López ingresó ayer en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla. El Faraón lo hizo con el temple, la medida y la armonía que le ha caracterizado en los ruedos. Un preámbulo maravilloso de la jornada taurina que tuvo como protagonistas en el dorado albero de la Maestranza a El Juli, José María Manzanares y Miguel Ángel Perera, que cautivaron ante una corrida de El Ventorrillo, con trapío pero con muchas carencias en su juego. Toreo grande de tres ases que hicieron vibrar al público y la confirmación de un Perera que camina con firmeza hacia la cumbre.

El Juli demostró sus dotes lidiadoras y su poder con un lote con el que era imposible el lucimiento artístico. El pavo que abrió plaza acudía topando y se quedaba corto por ambos pitones. Pero el madrileño, que ya izó su bandera en un quite por chicuelinas con un gracioso remate, se justificó con creces en una faena en la que le ganó la partida a su oponente, sin una sola duda ante los múltiples extraños del toro. La rúbrica fue un estoconazo espectacular, que por sí solo valía la oreja que el alguacilillo le entregó.

Del cuarto, otro toro de buen trapío, El Juli demostró sus pésimas condiciones. El toro buscaba por el pitón izquierdo y por el derecho no quería saber nada.

José María Manzanares no ha perdido un ápice de su sensibilidad artística ni el sitio tras la enfermedad por la que tuvo que cortar la temporada pasada. El toro noble, muy bueno por ambos pitones, duró poco. Y Manzanares, en los medios, se recreó en una faena pletórica de temple. Sensacional serie con la diestra, con ligazón, rematada con un profundo pase de pecho que hizo saltar la banca. Otra muy buena por ese pitón. Pero hubo más. Con el toro con escasa cuerda, buenos naturales y fantasía en un recorte y un pase de pecho. El toro se rajó y se fue a tablas. El alicantino mató de estocada. Para evitar el riesgo a fallar y alargó la agonía del toro en exceso, evitando el uso del verduguillo.

Manzanares se esforzó lo suyo ante el mansísimo quinto, al que consiguió sacar a los medios. En cada pase el buey se marchaba camino de su querencia, toriles, donde le pasaportó al primer envite.

Miguel Ángel Perera no se arrugó ante la buena imagen que habían dado sus compañeros. Todo lo contrario. Dejó la estela de que camina con paso firme hacia la cúspide del escalafón. Debe continuar el camino con la disposición y la clarividencia en la lidia con la que se aplicó ayer. Hay torero y grande. Como gran y muy alta fue su apuesta en el sexto. Fin de fiesta sensacional. Faena pletórica a un toro sin clase. El público se extrañó por el brindis del torero. Nadie o casi nadie daba un euro por ese animal. El extremeño citó de largo y, con la diestra, alternó muletazos por la espalda, muy ceñidos, con derechazos. La primera serie, cuatro muletazos con mando y temple, con uno de pecho, fueron tan rotundos que las palmas echaron humo y comenzó a sonar el pasodoble de Dávila Miura. En la siguiente tanda por ese pitón toreó todavía más despacio. Se podían saborear los dulces muletazos. Al natural, metiendo los riñones, cuajó una serie fabulosa que puso al público de pie. Tan emborrachado estaba de toro que se arriesgó a pasarse de faena, entre tanto su cuadrilla y su apoderado, Fernando Cepeda, le hacían gestos para entrar a matar. Perera exprimió al toro con un circular invertido y orfebrería cara como un pase de la firma, una trincherilla y un pase de pecho. La estocada fue contundente y decisiva para cortar las dos orejas. Con su primero, descastado, estuvo espléndido en un comienzo con pases por alto muy sentidos y toreando al ralentí en un par de series. Con la izquierda tiró muy bien del mulo, que acabó en tablas.

Miguel Ángel Perera, que el año pasado triunfó a lo grande en la Feria de San Miguel dejó patente que ha progresado mucho de la mano de Cepeda y es un torero que, si quiere, tiene un sitio entre los elegidos de la tauromaquia. De momento, con una actitud de matrícula, una cabeza extraordinaria y un toreo de verdad, consiguió ayer convertirse en el primer torero de a pie que consigue dos trofeos en una faena.

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