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Cultura

Iconografía de lo mediato y de lo inmediato

  • El artista gaditano presenta una antológica de su obra llena de datos, mitos y símbolos en el Palacio Provincial mientras que la Confederación de Empresarios expone las obras de su concurso.

Manolo Caballero. Palacio de la Diputación. Cádiz.

Hacía tiempo que Manolo Caballero no salía a la escena expositiva gaditana. Ahora lo hace con una retrospectiva de su obra en el Palacio Provincial. Todo un lujo. La muestra, amplia en fondo y forma, nos conduce por una obra culta, que rezuma carácter de principio a fin. Y es que Manolo Caballero es un autor culto, conocedor de la historia y de sus entresijos ilustrativos, sabedor de las muchas circunstancias que han acontecido en el discurrir de una cultura a la que él le imprime un sello muy especial, particular y lleno de personalísimas disposiciones.

Un conjunto de más de doscientas piezas realizadas desde 1970 hacia acá, constituyen el grueso de una exposición en la que se nos aparece un pintor barroco, profundo, buscador de paisajes mediatos donde desarrollar una iconografía de variada naturaleza en la que sobreactúan especímenes extraídos de los más diversos episodios de una historia que el autor ha recreado con absoluta abundancia de datos, mitos, símbolos; identidades de compleja filiación conceptual.

Manolo Caballero se nos presenta como un relator de historias imposibles, leyendas imaginadas, pobladas por un maremagnum de situaciones, personajes, signos e iconos extraídos de muy diversas fuentes que funden sus fronteras, yuxtaponiéndose y abriéndose a nuevas vías ilustrativas de un universo ecléctico donde cualquier posibilidad puede ser llevada a cabo y poblar sus abiertas escenografías.

La exposición, que abarca casi cuatro décadas de producción, se estructura en varios bloques, si bien la realidad de cada uno de ellos se interfiere en los otros, provocando un todo continuo que mantiene vivas las constantes de una creación que Manolo Caballero convierte en personal e intransferible, desarrollando un ideario estético sin altibajos y siempre insistiendo y profundizando en su poderoso compromiso conceptual.

La extensa muestra se estructura en tres partes y en una especie de apéndice expositivo, en la sala central y que responde al título de Atlántida, con una profusión de iconografía en torno a la mítica ciudad presentida. La primera parte, Caos, es la que mayor posiciona la obra de Caballero. Ese interés creciente por la yuxtaposición de elementos, por la sucesión de signos y mitos de variada procedencia, por los juegos de contrarios, por esa acumulación de desarrollos en espacios inestables y que llenan de inquietud. La segunda parte, Orden, plantea propuestas con presencias de mitologías y referencias simbólicas de connotaciones más reconocibles, así como escenarios cercanos pero manteniendo la misma potencia visual que caracteriza la producción del autor isleño. En cuanto a Circunstancia, Manolo Caballero recrea una pintura de referencias, pero con alta tensión creativa y dejándose llevar por momentos pasionales y emotivos.

La pintura de Manolo Caballero sigue una línea constitutiva clara, de estructuras pictóricas densas, siempre con tintas cálidas donde predominan los pigmentos terrosos que conforman un escenario plástico contundente donde se suceden ese especialísimo imaginario en el que tiene cabida esa iconografía de lo mediato y de lo inmediato, esa simbología variada y esa mitología abierta que promueve una pintura culta, llena de guiños y de mensajes velados o explícitos que comprometen la mirada del espectador y le hacen argumentar meditadas complicidades.

Manolo Caballero vuelve a la activa escena expositiva de una ciudad en la que siempre tuvo un lugar preferente.

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