OBITUARIO

Forges, un sabio dotado de exquisito paladar

A don Antonio Fraguas 'Forges', escritor, artista, periodista y comunicador, el Ayuntamiento de Cádiz le concedió la Distinción Emilio Castelar por su eficaz elocuencia, por la agudeza de sus análisis críticos, por su habilidad para explicar de manera clara los principios democráticos y por su destreza para transmitir de forma bella los valores morales. La corporación reconoció que, con su arte mayor de dibujante, con la seductora fuerza de sus dibujos y con la sencillez encantadora de sus hondas sugerencias, arrancaba nuestros mejores sentimientos de benevolencia y, a veces, unas agudas punzadas de autocrítica; con sus retratos ingenuos nos acercó a quienes piden pan o ansían libertad, con su ingenio azotaba las injusticias sociales y con su finura intelectual redimía la prensa de su mediocridad.

Y es que Forges era un maestro del humor, un artista dotado de exquisita sensibilidad y de inaudita riqueza de registros. Los gestos y los comentarios de sus personajes como, por ejemplo, el burgués Mariano, los fantasiosos náufragos, los ingenuos Blasillos, las viejas expertas en informática, los oficinistas cabreados, el jefe jilipollas, el yuppi americanizado, el niñato pijo, el alienado por el fútbol, el oficinista cabreado y subversivo, y la paciente Concha siguen constituyendo una manera amable y eficaz de descubrirnos las aspiraciones íntimas de los ciudadanos con los que convivimos y luchamos.

Forges poseía un extraordinario sentido de lo real unido a una desbocada imaginación metafórica que, a veces, traspasaba las fronteras de la verosimilitud, pero no por un afán meramente estetizante sino con la explicita finalidad de descifrar, de comprender y de captar el sentido de las actitudes y de los comportamientos humanos. La sonrisa que nos provocaban sus viñetas era una forma amable de invitarnos a que sintonicemos con su desacuerdo con las realidades dolorosas o injustas. El sentimiento que nos infundía no era una reacción blanda de aceptación pasiva y desesperanzada, sino la expresión, delicada y comprometida, de solidaridad. Su humor lúcido nos provocaba sonrisa, emoción y sentido de la responsabilidad, tres maneras diferentes y complementarias de abordar, de entender y de vivir los sucesos, de acercarnos para comprenderlos y para vivirlos desde el fondo de nuestras entrañas, desde nuestras fibras más íntimas, desde nuestras conciencias éticas y solidarias. Por eso le agradecimos su insistente llamada para que no nos olvidáramos de Haití.

Consciente de la capacidad creadora de la Lengua Española y gracias a la finura de su oído y a la atención que presta al lenguaje popular, inventó palabras y modismos léxicos que, como por ejemplo, "gensanta, stupendo, bocata, firulillo, esborcio o jobreído", definen con precisión y con fuerza los perfiles psicológicos y los papeles sociológicos de nuestros conciudadanos. Su humor era humano porque tenía que ver con el humus, con la tierra, con lo cercano, con lo apacible, con lo afable y con lo benigno. Su lucidez, su fineza y su finura son las expresiones de su agudeza para captar el fondo de los problemas, eran pruebas de la sagacidad de su olfato, de la sutiliza de su mirada y de la perspicacia de su inteligencia. Forges fue un sabio que estaba dotado de un exquisito paladar para distinguir los gustos, los sabores y los olores de las gentes sencillas, y para descubrir la vanidad, la hinchazón y la desnudez de los personajes importantes. Éstas fueron las razones por las que el Ayuntamiento de Cádiz le otorgó la Distinción Emilio Castelar por su eficacia comunicativa. Que descanse en paz.

José Antonio Hernández Guerrero

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