exposición El autor y la obra de 'Imágenes a sotto voce'

Fito Carreto, un paréntesis silencioso

  • El redactor gráfico de 'Diario de Cádiz' expone en Artífice Galería 'Imágenes a sotto voce', un racimo de fotos conceptuales

De las múltiples y torrenteras definiciones realizadas sobre la fotografía por teóricos e historiadores, me quedo con el concepto firme y agudo de Teresa, la protagonista de La insoportable levedad del ser (Milan Kundera, 1984), que afirmaba que "no era más que un medio para llegar más lejos y más alto". No le faltaba razón a la fotógrafa checa; un más lejos de imponencia omnímoda que con machete en mano ha ido desbrozando en casi dos siglos de existencia la antropología y la geografía humana. Y un más alto de tribulaciones creativas, de nuevas miras estéticas, de engañar con un golpe seco de guillotina el espacio y el tiempo mismo. La fotografía, con su dimensión semiótica se ha constituido, sin ningún género de dudas, en el aparejo perfecto para rematar eso que llamamos Modernidad.

De esta guisa y en estos términos, el hechizo de la cámara, también su capacidad, es poder mantener en un mismo campo magnético a personajes épicos con arrabaleros, a paisajes de poderosa ostentación con suburbios indigentes, a espectáculos de sainete y parranda con escenarios de la desgracia. Este medio ha tenido la habilidad de compartir ora los cielos ora los infiernos a pura conveniencia.

Fito Carreto conoce la afirmación anterior, y la secunda, ya que el periodismo gráfico se lo hizo entender desde muy joven. Con rostro de buen agüero, pelo semiencanado, barba amiga de la cuchilla una vez por semana y un bolso aplomado de fortunios e infortunios por andanzas y seguranzas, a día de hoy no está curado de espanto con la imagen que le sale al paso, ya que si algo ha aprendido en estos veinticinco años de trabajo es que las fotografías no son silenciosas. Por una u otra razón siempre son altisonantes, vengan de donde provengan, digan minuciosamente la verdad o mientan de forma bellaca.

Empero, en las cajas de negativos o en los discos duros de cada archivo fotográfico, se van enracimando imágenes que eligieron el parnaso del mínimo ruido, que fueron capturadas a sotto voce para distanciarse de los esperpénticos sonidos que la actualidad periodística emite. Y de eso en resumidas cuentas trata la media docena de fotos que Fito Carreto ha colgado en Artífice Galería; de encontrar otro registro estilístico alejado de la publicación diaria, de apacentar en cierta manera ese ronroneo constante en la boca del estomago que va parejo al oficio de periodista.

En un primer golpe de vista, la exposición Imágenes a sotto voce se ofrece intimista. Un bello poemario lleno de sutilezas, con paisajes despojados de sujetos que lo enturbien, de cromatismos arriesgados, de espacios interiores geométricos a la espera de algo que no se sabe qué es. Todo ello flanqueado por dos personajes un tanto lyncheanos; un enano de rostro macilento y una gobernanta de hotel con postura cortesana. Un camino angosto de tenues iluminaciones y un espantapájaros plantado en la soledad del latifundio, nos adentran en un mágico mundo repleto de engaños y ficciones, de coordenadas abstractas y melancólicas que cumplen, en el paréntesis silencioso, con el cometido por la que fueron tomadas.

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