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Cultura

'Fama', un remake hecho en los tiempos de la televisión basura

  • El clásico del musical que obtuvo el Oscar a la Mejor Canción en 1980 vuelve tras ser serie televisiva y espectáculo de Broadway, intentando actualizar las andanzas de los candidatos a futuras estrellas

La voracidad de la industria del cine estadounidense no conoce límites a la hora de buscar nuevos caladeros para sus remakes. Agotadas ya las reservas de los años 60, cada vez se acercan más a nuestros tiempos. Estas Navidades le toca el turno a Fama, conocido film de Alan Parker filmado en 1980 cuya canción principal se convirtió en un standard hasta la fecha -y la primera canción discotequera en ganar el Oscar en su especialidad, dando alternativa a las baladas habituales en estos galardones- y que creó escuela y una larga estirpe de productos. No sólo por el reality de bailarines que mantiene una fusionada cadena nacional, sino porqué Fama se convirtió en una exitosa serie televisiva y en un musical de Broadway que ha conocido varias versiones escénicas en todo el mundo. Esta rentable franquicia da un nuevo paso con su remake.

Esta historia contaba las peripecias de un grupo de alumnos a lo largo de los tres años que duran sus estudios en la Escuela de Artes LaGuardia de Nueva York. Aunque este es su nombre oficial, casi todo el mundo la conoce ya como la Escuela de Fama, en un caso de fagocitación de la copia sobre el original. Lo que motivo que fuese desempolvada casi treinta años después de su aparición es que a los productores les pareció buena idea recuperar la idea de la fama en este mundo donde el concepto está degradado. En tiempos del primer film, se aceptaba que para ser famoso se debía ser un artista prestigioso y formado, con su currículum impecable. En el ambiente actual, basta con salir en la tele sin dar un palo al agua, participando en realitys deplorables -xurioso que el nombre Fama haya sido hurtado por uno de ellos- y sin que la educación profesional y cívica cuente algo. A los nuevos aspirantes a artistas no les impresiona la frase slogan de toda una generación ("La fama cuesta, pues aquí vais a empezar a pagar, con sudor") sino que se lo quieren llevar calentito cuanto antes.

Lo curioso es que en consonancia con lo narrado se hizo un casting para los directores, como si fuesen los novatos aspirantes a la Escuela. El ganador fue una apuesta, pues a sus escasos 24 años Kevin Tancharoen no tenía experiencia cinematográfica pero es un prometedor coreógrafo que ha trabajado con grandes nombres del espectáculo como Madonna o Jennifer López. Pero la idea de los productores era buscar a alguien bien integrado en las modernas corrientes del baile, con objeto de que pudiese dar un punto de vista que enganchase a las nuevas generaciones. En esta línea, el reparto se compone de jóvenes desconocidos que esperan tener mejor suerte que sus predecesores en sus papeles de alumnos en la primera película y en la serie, pues casi ninguno prosperó. Para compensar a tanto novato, el cuadro de profesores es más veterano, con el sólido secundario Charles S. Dutton, el televisivo Kelsey Grammer y Bebe Neuwirth, desconocida en el cine pero una institución en los musicales de Broadway. La guinda la pone Debbie Allen, la profesora de baile en el primer Fama y en la serie, que aquí encarna a la directora del centro. Todos ellos dispuestos a contarnos lo que les ocurre a un grupo de aspirantes a estrellas en el curso de sus estudios en la Escuela LaGuardia, llenos de inseguridades y en un mundo muy competitivo no sólo en el terreno de las artes.

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