Cultura

Evocadora estética peronista

  • El argentino Daniel Santoro expone en el ECCO 'Realidad, sueño y elegía', que ahonda en los acontecimientos de aquella década desde una marcada simbología

Multidisciplinar ECCO Puede verse hasta el próximo 3 de febrero, de lunes a domingos, de 11.00 a 21.00 horas (Paseo Carlos III).

La obra de Daniel Santoro evoca el mundo peronista. Su estética se erige como el análisis de esta década transcurrida entre 1946 y 1955. Un análisis cargado del simbolismo e iconografía inherentes a la producción del artista, que desde ayer toma las paredes de las salas 10 y 11 del Espacio de Creación Contemporánea de Cádiz (ECCO), con una selección de 40 piezas que abarcan desde el estadio de la felicidad máxima del gobierno, hasta el desencanto absoluto convertido en utopía.

Así se presenta al público la exposición Sueño, Realidad y Elegía, comisariada por Raúl Santana y enmarcada en la Semana de Argentina, que bebe de la historia reciente del país, mecida entre los múltiples recursos imaginativos, trágicos, de humor, satíricos e irónicos con que Santoro recrea aquel periodo histórico.

Nada más entrar en la escena una obra de grandes dimensiones invita a contagiarse de la "felicidad del pueblo", en el seno de un panorama vacacional. Frente a la pieza se extiende la simbólica instalación que muestra el "recorrido descriptivo de un vuelo frustrado", dice su autor. El de Pulqui, que en los años 50 pretendía batir la barrera del sonido y no lo logró. De ahí el título de la película que se hizo de aquel proyecto, "Un instante en la patria de la felicidad". En este terreno Santoro también hace uso de afiches que relatan estos momentos agradables del peronismo, como en aquellos tiempos de autobombo.

Pero no solo exhibe momentos de placidez, pues pronto saca a la palestra "uno de los temas fundamentales de la cultura argentina todavía hoy", la dicotomía "civilización frente a barbarie", asevera el creador, en relación a la lucha de clases y a la negativa de la propia identidad aborigen que defendía el peronismo, "auspiciada por la europeización".

Aquí entran en juego ciertos símbolos como los barcos "del que se supone llegan los argentinos", el niño "gorila", palabra usada por los antiperonistas para designar a los pueblos originarios o los guardapolvos blancos, "signo de la educación pública estatal de los más pobres", enfundado por niños de color.

Toda esta iconografía concurre en la gran obra concebida como un gran mosaico representativo de su creación, Escolástica Peronista Ilustrada, que aglutina desde la infancia a la sexualidad, pasando por la política o la inmortalidad de Eva Perón.

Doce años de creación en los que Santoro presenta desde una iconografía de corte naif, hasta reminiscencias de la cultura primitiva renacentista, según reconoce a lo largo de este recorrido en el que también se contempla el peronismo como la utopía de lo que pudo haber sido. Varias de sus obras hacen alusión a la desesperanza, desamparo o la pérdida de ilusiones y la felicidad, así como al "cuestionamiento" que el peronismo hace de la izquierda y la derecha, pues "fue ante todo una coalición de clases", explicó el comisario.

La obra se completa con numerosos libros de artista y los bocetos que procesó de forma paralela a sus creaciones, enriqueciendo y contextualizando esta evocadora manifestación de la estética en la época de Perón.

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