panorama Las futuras infraestructuras culturales, qué aportan y qué olvidan

Espacios en blanco

  • A excepción del Museo Provincial y las pocas salas de muestras permanentes, existen varios espacios en proyección, otros en el limbo y muchas opciones sin contemplar · 'Diario de Cádiz' propone un mapa imaginario de equipamientos y propuestas

De aquí a poco tiempo, la capital gaditana ha de contar con numerosos nuevos espacios culturales que formarán parte del tejido que sostendrá la capitalidad cultural del año próximo. Entre esos proyectos, plataformas como el futuro Centro de Arte Contemporáneo, el Teatro de Títeres de la Tía Norica o el Museo del Títere, a las que se sumarán un renovado Museo de las Cortes, la inminente inauguración de la Casa Pinillos o un renovado Teatro Romano. Todas ellas, iniciativas que esperan transformarse en motores culturales de la ciudad y fomentar su atractivo como destino cultural. Una ambiciosa iniciativa que choca, sin embargo, con el panorama económico actual -el ámbito cultural es el primero en resentirse en todos los recortes de presupuesto- y que parece estar realizándose, en gran parte, de espaldas al pulso real de la ciudad. ¿Qué vienen a aportar todos estos proyectos? ¿Qué se echa a faltar en este plan de reinvención cultural?

¿qUÉ TENEMOS?

El futuro museístico y cultural promete ser, en breve, apabullante. Pero, por ahora, la oferta de espacios culturales en la ciudad es más bien raquítica. El único museo plenamente en activo es el Museo Provincial. El de las Cortes está pendiente de fechas, al igual que la Casa Pinillos, mientras que el Litográfico aguarda una redefinición que lo acerque al público. Dejando a un lado iniciativas privadas, las salas que cuentan con exposiciones permanentes son las que dedica el Centro Reina Sofía a las colecciones Juan Luis Vassallo y Aramburu.

Respecto a visitas a emplazamientos patrimoniales, por ahora, los únicos espacios abiertos son la antigua factoría de salazón y la Casa del Obispo -inmersa todavía en algunos problemas-, pues el Teatro Romano se encuentra sumergido en las obras que harán posible su futuro centro de interpretación. Este escenario lo vendrá a solventar en parte la próxima apertura de la Casa Pinillos, que recreará la vida de una familia burguesa gaditana a finales del XVIII-XIX.

Los demás espacios con que cuenta la ciudad, claustros de Diputación, Sala Rivadavia o el Castillo de Santa Catalina, se dedican a muestras temporales que tienen en ocasiones el patrocinio de entidades privadas. Mención aparte merece el pujante Centro Unicaja de Cultura, un nuevo espacio de titularidad privada que también se nutre de exposiciones temporales y que acoge, además, la Biblioteca de Temas Gaditanos y un salón de actos en el que se celebran conciertos, conferencias o presentaciones de libros.

¿QUÉ VAMOS A TENER?

La realidad actual -recordemos que estamos hablando de una ciudad que ejercerá de Capital Cultural el año próximo- choca de lleno con el gran desiderátum que desde la administración pública se maneja de cara al 2012. Para entonces habrán de estar en funcionamiento no sólo la Casa Pinillos y el antiguo museo municipal, sino el Museo del Títere y el Centro de Arte Contemporáneo, además del Centro de Interpretación del Teatro Romano. A ellos se suman otros espacios pendientes aún de presupuesto, como el Teatro Cómico y el postergado Museo del Carnaval.

¿qUÉ DEBERÍAMOS TENER?

Entre los complejos museísticos proyectados, extraña que no haya ninguno que se dedique a analizar la relación de la ciudad con el mar a lo largo del tiempo y en distintos aspectos -religioso, artístico, industrial, comercial, de cultura y ocio...-, una propuesta evidente, de la que se ha hablado en distintas ocasiones pero que no ha llegado nunca a buen puerto.

Es significativo, igualmente, que nombres fuertemente relacionados con la ciudad, como es el caso de Manuel de Falla, no cuenten con un espacio que recuerde su conexión con el sitio. Y, si bien presente, la colección de Juan Luis Vassallo -que se exhibe en una de las plantas del Centro Cultural Reina Sofía- tampoco cuenta con una ubicación muy "cercana" para el público general -además del hecho de que hay piezas que no se exponen por falta de espacio-. Hace unos días, en estas mismas páginas, se reclamaba para Cádiz un museo con el nombre del escultor gaditano.

Tal vez futuras habilitaciones, como las de los baluartes en desuso o los depósitos de Tabacalera, sirvan de solución a este problema. Una cuestión -la del aprovechamiento eficiente entre obra y espacio- que podría encontrar su máximo sinsentido en el futuro Centro de Arte Contemporáneo -un espacio que contará con numerosas salas y escaso fondo- y el fondo de arte moderno que atesora la Diputación Provincial -sin un espacio adecuado para exponer las obras de manera permanente- .

En este sentido, el de las carencias, Luis Ben, profesor de Equipamientos Culturales en sendos másters de Gestión Cultural en las Universidades de Granada y Sevilla, echa en falta la existencia de un Museo de la Ciudad: "Un centro que explique al visitante cuestiones como por qué está Cádiz donde está, por qué los Carnavales son populares, por qué determinadas piezas son significativas o determinadas casas... Que ofrezca una visión de la ciudad y de su historia al visitante".

En un aspecto más genérico de la infraestructura cultural, Ben apunta el déficit de bibliotecas publicas como nuestro principal fallo: según población, Cádiz debería contar con un total de seis centros lectores (una biblioteca por cada 20.000 habitantes) frente a los tres actuales -a ellos se sumaría la reciente propuesta de la alcaldesa de ceder como biblioteca municipal uno de los espacios con los que contarán las futuras instalaciones en el chalet de San Luis-.

"Es significativa también -continúa el experto- la falta de centros cívicos o equipamientos de proximidad. El centro del Palillero se desmontó para dar lugar al Centro Integral de la Mujer, y aunque el de la Viña y el Bidón siguen funcionando -este último, tras larga obra- lo hacen a medio gas. Son un parche que no tiene nada que ver con lo que se hacía antes y que no responden al modelo actual de equipamientos de proximidad".

Por último, Luis Ben señala la falta de "visión integradora entre los muchos museos que se proyectan, cuando resultaría esencial articularlos", además de un desequilibro territorial en la infraestructura cultural de la ciudad: "La mayoría de los equipamientos culturales -indica el gestor- se concentran en la parte histórica, cuando, precisamente, la parte nueva es la zona que tiene un mayor índice poblacional. Puertas de Tierra apenas cuenta con servicios y propuestas culturales a nivel público, excepto la biblioteca de la Barriada de La Paz y el minicentro cívico del Bidón. No se ha hecho una política de distribución encaminada a colocar nuevos equipamientos en la zona moderna de la ciudad".

Además de lo que ocurre con los centros cívicos, Cádiz cuenta con espacios culturales en funcionamiento que, por distintos motivos, no terminan de desarrollar todo su potencial: ejemplo claro es el del Museo Litográfico, que podría organizar talleres y actividades de formación y producción destinadas al público. Igualmente, se echa de menos en el Centro Municipal de Arte Flamenco un espacio permanente dedicado a la figura de Chano Lobato -a falta de que la Fundación que lleva su nombre diseñe su programación y sus líneas de actuación- o incluso a exposiciones temporales. El Centro Integral de la Mujer podría recordar de manera más fehaciente a los nombres femeninos relacionados con la historia gaditana, tal que Böhl de Faber, Carmen Silva o la profesora Guillermina Rojas, a través de jornadas, charlas o exposiciones.

Del mismo modo, no se ha hablado de realizar un recorrido o algún tipo de recreación en torno a los salones y cafés asociados con la herencia "ilustrada" gaditana, tal que los salones políticos y literarios de Frasquita Larrea o Margarita López Morla o los afamados "cafés del Doce", como el de Cosi o el Café Correo.

Y una incomprensible asignatura pendiente de Cádiz: sus 3.000 años de antigüedad, más allá del tópico, tienen sin duda potencial suficiente para convertirse en el motor del turismo cultural de la capital, pero se echa en falta algún organismo o entidad que coordine toda la oferta arqueológica de la ciudad, y que la sirva al visitante como un todo, como un conjunto unitario e histórico: desde los sarcógafos fenicios y los restos que se exponen en el Museo Provincial hasta el desconocido potencial que esconden los sótanos del Teatro de Títeres, y también el patrimonio romano. Y, como en otros ámbitos, de nada servirá que cada cual haga la guerra por su cuenta.

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