Los 4 fantásticos. Fantástica, EEUU, 2015, 100 min. Dirección: Josh Trank. Intérpretes: Miles Teller, Kate Mara, Michael B. Jordan, Toby Kebbell, Jamie Bell. Guión: Simon Kinberg.

Verdad o mentira, no lo sé, antes se decía que cuando se contrataba a un chaval para despachar en una confitería se le hartaba de pasteles hasta que los aborrecía, para así asegurarse que no iba mermando día tras día y poco a poco la apetitosa mercancía. Me ha pasado con el cine fantástico, sobre todo en su vertiente de superhéroes. Pertenezco a una generación que, muy castigada por una dieta radical de cine de autor, agradeció a finales de los 70 el retorno del gran cine superficial, espectacular, fantástico, de pura evasión placentera que se podía ver sin mala conciencia o sin ser mal mirado por los rigurosos ayatolás del compromiso. Teníamos entonces sobre 30 años. Han pasado otros tantos y ya estamos como aquellos dependientes de confitería: empachados de efectos especiales y superhéroes tras un atracón que nos ha provocado un cólico.

Cuatro fantásticos es más de lo mismo. Se toma a sí misma en serio, aunque afortunadamente no tanto como los tebeos wagnerianos de Nolan, y carece del sentido del humor (que en este caso es proporción que ajusta el producto a sus posibilidades, no confundiendo los cómics con la mitología griega) de la entretenida y divertida Ant-Man. Está en una tierra de nadie. No corta el aliento por la magnificencia o espectacularidad de los efectos especiales y el diseño de producción, más bien pobretones. No divierte ni tira de ironía. No intenta convertir a estas extravagantes criaturas en Sigfridos atormentados. El guión no acaba de arrancar y los superhéroes tardan más en ser presentados que un artista en una gala de José Luis Moreno. No aburre. No entusiasma. Solo se la puede definir a través de negaciones. Estrenada y olvidada. La originalidad prometida por el realizador Josh Trank en su apreciable debut con Chronicle no se ha cumplido en su segunda película.