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Cultura

Emeteatro representa Antígona en la Casa de la Juventud

  • El grupo teatral gaditano llevará a escena la obra de Sófocles en el Salón de Actos de la Casa de la Juventud, entre el 27 y el 30 de este mes.

En el salón de actos de la Casa de la Juventud, en la calle Cánovas del Castillo, la compañía teatral Emeteatro representará la tragedia de Sófocles, Antígona, desde el 27 al 30 de marzo, con motivo del Día Internacional del Teatro, el próximo jueves 27, a partir de las nueve de la noche los cuatro días.

Con entrada gratuita hasta completar el aforo, el grupo gaditano presentará un montaje actual de la tragedia basada en el mito de este personaje de la mitología griega, en el que se enfrentan dos nociones del deber: la familiar, caracterizada por el respeto a las normas religiosas y que representa Antígona, y la civil, caracterizada por el cumplimiento de las leyes del Estado y representada por Creonte. Además se establece una oposición entre el modo en que las dos hermanas, Antígona e Ismene, se enfrentan a un mismo problema.

Además, el día 27, se procederá a la lectura del mensaje del Día Mundial del Teatro, que este año ha redactado el actor y director canadiense Robert Lepage, y que es el siguiente:

Existen numerosas hipótesis sobre los orígenes del teatro, pero la que más me llama la atención es la que tiene forma de fábula: una noche, en tiempos inmemoriales, un grupo de hombres estaban reunidos en una cueva para calentarse alrededor del fuego y contarse historias. De repente, uno de ellos tuvo la idea de levantarse y usar su sombra para ilustrar su relato. Ayudándose de la luz de las llamas, hizo aparecer sobre las paredes personajes más grandes que los de la realidad. Sus compañeros, deslumbrados, reconocieron enseguida al fuerte y al débil; al opresor y al oprimido, al dios y al mortal.

Hoy en día, la luz de los proyectores ha reemplazado al fuego original y la maquinaria escénica, los muros de la cueva. Y por mal que les pese a algunos puristas, esta fábula nos recuerda que la tecnología está en el origen mismo del teatro y que no debiera ser percibida como una amenaza sino como un elemento aglutinador.

La supervivencia del arte teatral depende de su capacidad para reinventarse integrando las nuevas herramientas y los nuevos lenguajes. Si no, ¿cómo podría el teatro seguir siendo testigo de las grandes apuestas de su época y promover el entendimiento entre los pueblos, si no da él mismo prueba de apertura? ¿Cómo podría jactarse de ofrecer soluciones a los problemas de la intolerancia, de exclusión y racismo, si, en su propia práctica, se negara a todo mestizaje y a toda integración?

Para representar el mundo en toda su complejidad, el artista debe proponer formas e ideas nuevas y tener confianza en la inteligencia del espectador, que es capaz de distinguir la silueta de la humanidad dentro de ese perpetuo juego de luz y sombra.  Y es cierto que de tanto jugar con fuego el hombre corre el riesgo de quemarse, pero también la posibilidad de deslumbrar e iluminar.

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