casilda sánchez varela. escritora

"Desarrollar personajes tiernos y potentes sólo podía ser con referentes"

  • Acaba de publicar con Espasa 'Te espero en la última esquina del otoño': una novela en la que reflexiona sobre la naturaleza del amor desde la construcción, la destrucción y la ausencia

Casilda Sánchez Varela es socióloga de formación y ha trabajado como periodista y guionista.

Casilda Sánchez Varela es socióloga de formación y ha trabajado como periodista y guionista. / d.c.

-¿Por qué una historia con tres historias distintas dentro de sí para una primera novela?

-Bueno, yo creo que son las historias las que te eligen un poco a ti. Esta novela surgió, como imagino que surgen todas, de mis obsesiones, inquietudes, fantasías... que se fueron organizando poco a poco. La trama fue surgiendo como cuando pasas un lápiz por un papel y aparece un dibujo oculto. Aunque pueda parecer una novela romántica por estética, título y demás, su naturaleza va más allá. La gente que se acerca a ella no se espera lo que se va a encontrar.

-Escribirla parece un proceso que se dilató en el tiempo...

-Dilatado en el tiempo y en la locura (risas). Porque me ha sido muy complicado plasmarlo todo, relacionarlo todo con tres fórmulas narrativas distintas, tres visiones distintas y que una cosa fuera espejo de la otra.

-De las relaciones que aparecen en 'Te espero en la última esquina del otoño', la que más me gusta es la de Cora y Alicia.

-Me lo han dicho más periodistas: a mí es una historia que me parece preciosa. De las tres formas en las que afronto el amor en este libro, destrucción, construcción y ausencia, el vacío que siente Alicia queda subsanado por su relación con Cora. Muestra una afinidad entre personas que no tienen una relación romántica, ni la misma edad y que, sobre el papel, no tienen condiciones para ser amigas. Algo muy interesante es cómo Cora ayuda a la otra a reconciliarse con su soledad, que acepte que es un estado distinto al ideal que nos venden, pero perfectamente válido.

-Porque parecerá un título romántico pero, de alguna forma, en la novela se realiza una vindicación de la soledad.

-Una relación tiene sentido si la pareja verdaderamente te suma. No la expresión esta de las medias naranjas, que odio tanto: que sean personas que suman entre sí; eso es una maravilla. Pero si no, tampoco hay ninguna necesidad de estar en pareja.

-Uno de los protagonistas de la novela publica un libro ('Los muertos felices') que supone en su época un cambio de paradigma respecto al amor. ¿Cree que tanto poder puede llegar a encerrar un autor, una historia?

-En la publicación de Los muertos felices me inspiré en el impacto que tuvo en la época Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Verdaderamente, hay libros que han marcado mucho la historia. La Biblia sin ir más lejos, ha marcado toda la cultura occidental, o El Capital o novelas como Un mundo feliz o 1984, que no sabemos si fue antes el huevo o la gallina... Ha habido libros muy importantes para definir la colectividad.

-"¿Qué hacéis los artistas, al fin y al cabo?", dice la protagonista en un momento del libro: "Ofrecer consuelo o belleza. Nada que no haga un peluquero o un masajista".

-Es una visión destructiva del arte, aunque tiene su punto de verdad. La diferencia con todo lo demás, con un peluquero o un masajista, está en la transcendencia. Lo que sí creo que es pernicioso es el culto a la personalidad: deberíamos desmitificar no al arte, sino al artista, una persona que puede no valer un duro, o ser un soberbio, un vanidoso o un grandísimo hijo de puta. O no, alguien maravilloso. Pero eso es independiente de lo que haga: definir a una persona por lo que hace es un error simplista.

-Uno de los éxitos de esa novela, se dice, es que la gran inmensidad de la gente sola se siente respaldada en lo que se entendía por "fracaso".

-Por toda la gente a la que nunca llegó ese concepto de amor como tierra prometida. Los muertos felices, se supone, destruye ese concepto romántico e idílico del amor. Y es cierto que, cada vez, a mi alrededor, veo a más gente sola, que no termina de encontrar pareja estable o se divorcia y se queda sola. Pero esa situación puede ser en sí un destino que me parecía bonito de tratar.

-En La Isla en la que se tratan los enamoramientos, aparecen teorías que son ciertas, como los equilibrios de poder en las relaciones o el hardware y el software de la personalidad.

-Pues lo mismo ha influido tener formación en Sociología o son referencias inconscientes que tengo, pero básicamente son conclusiones propias, a las que he ido llegando a través de lo que he visto y de mi experiencia.

-¿Se ha inspirado en alguien a la hora de crear a los personajes?

-Mi madre (Casilda Varela), a la que está dedicado el libro, es claramente Cora. Y mi padre (Paco de Lucía), es en gran medida Chino. No es él pero sí tiene cosas de él. Desarrollar unos personajes tan tiernos y potentes sólo lo podía hacer con referentes como ellos. De alguna manera, dejar las cosas por escrito es hacerlas eternas, y eso me da una inmensa alegría ahora que no están.

-¿Tenía claro desde el principio que Cádiz iba a ser uno de los escenarios principales?

-Aparecen los tres sitios que me han marcado: Cádiz, Marruecos y Madrid, que es mi historia. Pero Cádiz y su personalidad me han enamorado desde que era muy pequeña. Me fascina su expresión, siempre sorprendente.

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