Nacido en Seattle, la cuna del grunge, Damien Jurado tomó las de Villadiego hace ya quince años para abandonar cualquier registro noise y emprender una carrera que supuso el origen de lo que se viene llamando neo-folk desde que las revistas de música independiente bautizaran así, en un alarde de imaginación, el resurgir de la música folclórica norteamericana. Luego vinieron los Devendra Banhart, los José González y artistas de similar calado para recuperar las guitarras acústicas y españolas basadas mayormente en el folk intimista del gran Nick Drake, generando una corriente difusa que aún sigue produciendo sus extraños frutos.

Aunque el propio Damien Jurado siempre ha sido comparado con el tristísimo Nick Drake, el norteamericano siempre ha preferido señalar a Neil Young, Bob Dylan o Lou Reed como referencias cabales. Desde que publicase Water Ave S. en 1997, el de Seattle se ha visto antes como un cruce entre los sonidos folk y la vida urbanita que como un triste y aislado artista que naufraga entre paisajes bucólicos. Sus inmensas letras tienen muy poco que ver con los parajes de un Whitman o el espíritu de Walden y se acercan asombrosamente (por su calidad y sus temáticas) a los relatos del genial Raymond Carver.

En Maraqopa, su último trabajo, vuelve a coincidir con su productor Richard Swift para interpretar una colección de temas en los que, aunque guarda espacio para reiterar sus registros folk, abre puertas imprecisas hacia unos sonidos más rockeros, en los que se atreve a señalar nuevas historias y sonidos que amplían su ya de por sí riquísimo universo lírico y sonoro.

De esta manera, la UCA continúa apostando por una programación de calidad que mezcla artistas patrios y extranjeros para celebrar , en la diferencia y la interculturalidad, las raíces de nuestra cultura.