Crítica teatro 'Todo piola'

Cuerpo a cuerpo

  • El grupo argentino Todo Piola conecta con el público en la Central Lechera con una obra homónima basada en los poemas de Mariano Blatt.

Obra: Todo Piola. Grupo: Todo Piola. Director: Gustavo Tarrío. Autores: Gustavo Tarrío, Mariano Blatt y Eddy García. Actores: Eddy García, Carla Di Grazia y Guadalupe Otheguy. Canciones: Guadalupe Otheguy.  Asistencia de dirección y diseño de movimiento: Virginia Leanza. Diseño de iluminación: Agnese Lozupone. 

Teatro corporal, irreverente, sarcástico, salpimentado de humor e ironía. Los argentinos de Todo Piola dejan al público sin aliento con su propuesta homónima. Basada en poemas de Mariano Blatt, la fuerza de esta obra se desata desde el principio, va creciendo, abruma, a veces desconcierta, pone entre las cuerdas a los que asisten atónitos a este torrente de energía. En ocasiones, esa energía desbordada, esa trepidante manera de desgranar el texto, confunde, desconcentra. Es fácil engancharse de nuevo, dejarse llevar, enredarse en la madeja de emociones barajadas sin pudor, no sin preguntarse qué está ocurriendo exactamente sobre las tablas.

Sobre el escenario desnudo, las luces intuyen diferentes espacios, construyen la arquitectura propicia para el encuentro. Cuesta discernir los detalles de esta aventura sensual y sentimental, que arranca con la reunión fortuita de dos amigos que emprenden juntos los sinuosos caminos del deseo. Esta parte reproduce verso a verso el poema Todo piola de Blatt. Su leguaje coloquial y exento de retórica encaja perfectamente en el diálogo que mantienen estos dos muchachos de barrio interpretados en un doble papel por Eddy García.

La acción se traslada a otro encuentro fortuito, esta vez entre un chico y una chica que se conducen con la misma incertidumbre que la pareja anterior, que deambula hacia un laberinto sentimental que acabará con un encuentro sexual desaforado, la separación, el dolor y el desencanto. Dan vida a estos personajes Eddy García y Carla di Grazia: certeros, compenetrados, elásticos, desmedidos, creíbles, bien entrenados.

Las canciones interpretadas y compuestas por Guadalupe Otheguy ponen un contrapunto irónico y actúan como tregua entre escena y escena, perfeccionan la transición entre ellas. La escenografía, sencilla y efectiva, esconde momentos sorprendentes, como una lluvia de perlas que crea una imagen de enorme impacto estético.

Más allá del género de los amantes, más allá de los estereotipos sobre cómo deben ser las relaciones entre hombre y mujer, entre hombre y hombre, entre mujer y mujer, la propuesta de Todo Piola nos habla del deseo, del amor y de la amistad, de los sentimientos que nos hacen iguales a todos, que nos redimen, nos salvan y nos confunden en la misma medida. Pero lejos de dar lecciones, proponen un juego salvaje en el que el público acaba emocionalmente implicado, incluso aludido directamente en un momento de la obra en el que los actores fantasean con introducir a algunos de los presentes en su aparatoso juego sexual.

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