Crítica de Cine

Comedia ambigua con tintes racistas

El cine francés ha encontrado un filón en la comedia. Lógico. Mucho antes de que naciera el cine la comedia de boulevard triunfó en todos los teatros del mundo con Eugène Labiche y Georges Feydeau al frente. Pero toda exageración es mala, aunque venga bien de momento a la taquilla, y la catarata de comedias correctas pero casi siempre insulsas está explotando esta gallina de los huevos de oro como si fuera una desdichada ponedora.

Con los brazos abiertos es una de ellas. Pura fast view que parece mirar con un ojo entrecerrado a Viridiana de Buñuel y con otro bizco a Boudu salvado de las aguas de Renoir. Ambas en versión ambiguamente reaccionaria. Y no nombro Morena Clara porque dudo que este director la conozca.

Un rico intelectual que se tiene por izquierdista comete el desliz de ofrecer su casa como refugio para los desfavorecidos durante un debate televisivo. Y he aquí que, como los mendigos de Viridiana o el vagabundo suicida de Boudu salvado de las aguas, una familia de gitanos rumanos se mete en su casa. Pero nada que ver con estas obras maestras.

Al igual que en su anterior comedia de taquilla millonaria -Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?- es difícil saber si el realizador Christian Clavier utiliza las diferencias -en aquella religiosas y raciales, en esta culturales y siempre raciales- a favor de la integración o contra ella. Tal vez no haga ninguna de las dos cosas. Porque todos los franceses, voten a Le Pen, Hamon o Macron, pagan entradas de cine.

La caricatura del intelectual rico y de izquierdas funciona por la gesticulante interpretación de Christian Clavier y porque reírse de los ricos hipócritas siempre está bien. La del gitano rumano y los suyos rechina. No a causa de la igualmente gesticulante interpretación de Ary Abittan, aliñada con atrezzo zíngaro, sino por ser una caricatura con perfume racista que congela la risa. No por corrección política, sino por vergüenza.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios