la ventana pop

Chinarro contra el mundo

  • Antonio Luque firma su álbum número trece, un doble vinilo -simple en versión CD-, grabado en Valencia junto a músicos locales y con el que confirma su buena racha

En una reciente e interesante entrevista para El País, el controvertido teórico de la escritura de guiones Robert McKee apuntaba que el de Tony Soprano era un personaje más complejo que el mismo Hamlet. Al fin y al cabo, la obra de Shakespeare sólo dura cuatro horas, mientras que la serie de David Chase alcanzó seis temporadas (la última, casi doble). Según McKee, ello propiciaría una mayor posibilidad de desvelar y exponer las contradicciones del entrañable cabronazo de Tony; contradicciones que, a la postre, lo definen y visten, haciéndolo más atractivo y cercano al espectador.

Trece discos -¿van trece, no?- dan mucho juego en ese sentido, sobre todo cuando el artífice de los mismos es persona proclive a la sentencia categórica, a la máxima, ora espontánea ora reflexiva, amplificada en progresión creciente, justo en la misma medida en que sus trabajos encuentran entre públicos más amplios el merecido acomodo a quien ondea talento y constancia.

Permítame esta figura sin duda fácil, pero descriptiva: hablo de ese Antonio Luque que se declara tecnófobo -Todos los inventos fueron y son militares / Desde la catapulta al internet / Ya lo sabes (La plaga)-, pero que tira de iPhone y envía a sus músicos las maquetas de sus canciones mediante correo electrónico para que vayan adelantando el trabajo; o de ese otro que hace poco se decía harto de la monserga africana, justo cuando Vampire Weekend recuperaba aquel impulso africanista de los 80, y ahora introduce en el amplio catálogo de palos populares de su nuevo y brillante álbum, ¡Menos samba!, algún que otro corte cuyas guitarras bien pudieran haber salido de Soweto hace treinta años -La curva de la felicidad, por ejemplo-.

Ignoro si Sr. Chinarro resulta más cercano cuanto más contradictorio; ignoro si su obra se independiza del personaje, alcanzando una autonomía que la hace interpretable por cada cual al margen del mayor o menor conocimiento del mismo; ignoro hacia dónde conduce eso, pero sospecho -lo sospecho hace tiempo- que asistimos encantados a un nuevo capítulo en el proceso de consagración de quien, hoy por hoy, puede ser considerado uno de los mejores letristas en activo del rock en español. Y algo más, claro, porque si el Luque escritor crece, el Luque músico tampoco se conforma.

Grabado en Valencia con una dilatada nómina de músicos hasta ahora ajenos -entre ellos, el bajista y productor Marc Greenwood y el guitarrista Pau Roca, ambos de La Habitación Roja-, a ¡Menos samba! le sienta bien el cambio de aires tras tres títulos, los que sucedieron a El fuego amigo (2005), registrados con los mismos instrumentistas, los componentes de Maga -ocupados según Luque, sevillano exiliado en Málaga, en sus propios asuntos-.

La paleta armónica se agranda -despuntan aquí espléndidos arreglos de viento, conmovedores coros de timbres añejos (La alcazaba) que remiten a... ¿Vainica Doble?-, pero la llama se mantiene: es la misma de El mundo según (2006), Ronroneando (2008) y Presidente (2011); la del Luque iluminado frente al que aparentaba oscuro, hermético, durante la larga etapa en el sello Acuarela. Vale la pena apuntarlo, entre otras razones, porque los detractores de su última producción harían bien en saltarse esta nueva entrega y ahorrarse así el disgusto, la inversión de tiempo y el dinero -al menos, en el caso de los coleccionistas que hacen obviamente rentable para Mushroom Pillow la primorosa versión en vinilo doble, diseñada e ilustrada por José Pablo García, con CD de regalo-.

Pero esa continuidad no sólo se concreta, que también, en el espíritu de los textos -en ocasiones sarcásticos, hirientes, un permanente y hasta furioso ajuste de cuentas, más o menos justificado, con compatriotas, vecinos, ex parejas, políticos o compañeros de clase, como en Las habichuelas, que es al pop lo que el Ahora vivo de esto de Tote King fue al rap: Me duele por Isabel / La que ahora es periodista / Y cuenta lo que le dictan / Porque no quiere engrosar la lista / La de la cola del Inem / Allí sí que no iría conmigo / ¿Sabes qué te digo? / Que también a ésa le den-. También lo hace en el uso recurrente de esos antes aludidos palos populares, cánones asentados hasta el límite de lo clásico, una práctica habitual en su etapa clara que aquí evita el delirio con un naturalismo pasmoso. Y es que, atento, en ¡Menos samba! caben sevillanas (La plaga), rock'n'roll (La ley de Murphy), rancheras (Las habichuelas) y pachangas caribeñas (La iguana Mari).

A ellas se suman -diecinueve cortes dan para mucho-, un buen surtido de medios tiempos -la memoria genética del Chinarro que fue: Brasilia, Medio pollo, Jaleo real...-, bienhumorados y vitaminados (o hasta envenenados) aspirantes a sencillo perfecto -Tu elixir, Todo acerca del cariño, La curva de la felicidad, Dinero (Otra vez no), La aseguradora...- y una bien traída versión de un viejo tema del Aviador Dro, La arenga de los sindicatos futuristas, que ejemplifica en sí misma el carácter político -cuando carácter político es equivalente a cabreo- que subyace en todo el álbum. Un gran álbum, otra vez.

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