Lejos de una etapa infantil y lejos, también, de languidecer. La definición que la diputada de Cultura, Ana Mosquera, realizó de la revista Caleta en la presentación de su número catorce coincide con la descripción que se podría hacer de la obra de Carmen Laforet, autora a la que se dedica el monográfico. Caleta reúne una vasta colección de perfiles y artículos -con nombres como Puértolas, Delibes o Prada- que tocan todas las teclas de la vida y obra de la autora. Además de una gran cantidad de material inédito proporcionado por sus hijos, Cristina y Agustín Cerezales.

José Manuel García Gil, director de la publicación, manifestó que la aparición de un ejemplar así es "motivo de celebración en mitad de la crisis, no sólo económica sino, sobre todo, moral"; mientras que por su parte, el escritor Rafael Ramírez Escoto -miembro del consejo asesor- insistió en el valor de Nada como gancho a la hora de atrapar a jóvenes lectores y destacó la "madurez narrativa de una chica de poco menos de 23 años" .

En su turno, Cristina Cerezales ilustró una anécdota "que da una idea de lo que fue la búsqueda de escritos de mi madre". Laforet conservaba su correspondencia con la escritora infantil Elena Fortún, "ya que aseguraba que había aprendido a escribir leyendo sus cuentos". Los originales de Laforet, sin embargo, fueron legados a Carolina Regidor y, "cuando al fin íbamos a quedar con ella -continúa Cerezales-, la mujer falleció". El dilema vino a resolverse, precisamente, gracias a Los mil sueños de Elena Fortún, de Marisol Dorao -que publicó la Universidad de Cádiz-, donde aparecían las misivas .

Agustín Cerezales señaló que Cádiz supuso siempre "el principio de su gran aventura" para una joven Carmen Laforet, que desembarcó en la capital gaditana en septiembre de 1939 antes de encaminarse a Barcelona, y apuntó que el número de Caleta "entreabre puertas a las principales dimensiones de Laforet".