Cultura

Cádiz, puerta del Atlántico en la restrospectiva de Antonio Agudo

  • El pintor sevillano inaugura en Santa Catalina la muestra 'Entre Cádiz, México y otras aguas', integrada por varias de sus series

La trayectoria artística del artista sevillano Antonio Agudo está marcada por los paisajes de su vida. Desde Cádiz, como primera puerta que atravesó para adentrarse posteriormente una y otra vez en el Atlántico, hasta llegar a su querido México. Son los lugares de su vida, los que rescata en la muestra retrospectiva Entre Cádiz, México y otras aguas, que ayer inauguró en la sala principal del Castillo de Santa Catalina.

En su mayoría son paisajes marcados por el agua, que desde distintas series van surcando sus espacios de una y otra forma para describir algunos capítulos de su vida, desde aquella primera salida de Sevilla para venir a vivir a esta ciudad allá por los años 50, cuando el Mentidero se convirtió en la plaza de sus correrías de la infancia, cuando su padre regentaba el taller de grabado de Diario de Cádiz.

Por eso Cádiz centra las primeras miradas de la exposición, desde un Amanecer que da paso a otros paisajes cristalinos de la ciudad, casi siempre abordados desde sus alturas y que formaron parte de la muestra que trajo a la Casa Pemán en el año 2007. Las acuarelas de azoteas, torres miradores y otros espacios flanqueados por el mar, marcan quizás la faceta más liviana y diáfana de una exposición encauzada por entornos naturales más dramáticos y sombríos. "Aquí recojo buena parte de mi vida, desde que fui a vivir a Cádiz, hasta México, donde voy mucho porque tengo un hijo que vive allí", explica Antonio Agudo.

El recorrido invita a pasear por otros lugares de la provincia con los que retoma sus series de Conil y Sanlúcar de Barrameda. Un trabajo de finales de los 80 y principios de los noventa que abordó bajo la luz del atardecer, lo que su amigo Hernán Cortés define como la "platinoche lorquiana" característica de la pintura andaluza, desde las palabras que ilustra la muestra. Textos con los que la poeta Blanca Xóchiti Aguerre y Antonio Bonet Correa también abordan la maestría técnica de Agudo.

Y mientras tanto, el agua sigue latente en los trabajos del paisaje sevillano Riberas del Guadaira, y del lago irlandés Kyllami, "otro quiebro de aguas remansadas", porque en Irlanda vive otra hija suya.

Pero, sobre todo, brota con fuerza en el último de los proyectos pictóricos emprendidos por Agudo, en la Barranca del Cobre, "un salto de agua de unos 2800 metros, donde estuve en agosto de 2008". Explica el artista que cuando llueve, se levanta un impresionante vapor de agua que ha tratado de reflejar en las piezas de gran formato que integran la serie.

Estos paisajes se enfrentan al autorretrato de Antonio Agudo, y a las pocas figuras humanas que se presentan en la muestra, desde su serie de de vendedoras del mexicano Mercado de San Cristóbal de las Casas. Y desde México regresa a Cádiz, ciudad en la que reincide cada cierto tiempo, a la que ha llegado en anteriores ocasiones de la mano de Benot, Cajasol y del Ayuntamiento. "Vengo con frecuencia, me gusta mucho Cádiz".

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