Cultura

La Berlinale se refugia en el cine israelí y turco

  • El festival alemán empieza a resentirse, en su sesenta edición, de la escasa presencia de estrellas de primer orden

La Berlinale se refugió ayer en el cine iraní y turco, de la mano, respectivamente, de Rafi Pitts y Semih Kaplanoglu, ambos consagrados al culto al silencio, y cruzó así el ecuador de un festival sobre el que empieza a pesar la ausencia de estrellas de primer orden. Bal (Honey), del realizador turco, y Shekarchi (The Hunter), con Pitts ejerciendo de director y protagonista, cumplieron con creces el tradicional objetivo del festival berlinés de atender a esas cinematografías con dos filmes centrados en núcleos familiares destruidos de un mazazo.

Pitts es un buen padre de familia, obligado a trabajar de guarda nocturno, cuya hermosa esposa e hija de siete años mueren en un tiroteo entre policías y manifestantes por las calles de Teherán. No se le escapará una lágrima, pero sí un par de disparos contra una pareja policial, lanzados con precisión de francotirador, desde un montículo sobre el nudo de autopistas en el extrarradio. Empieza entonces una persecución por frondosos bosques y se pasa así de la situación interna iraní a algo tan universal como la contraposición entre otros dos agentes: el corrupto y el íntegro.

En otro bosque, en Anatolia, vive Yusuf con sus padres, otro joven matrimonio de aspecto casi idéntico al de Pitts. Yusuf es un niño que no habla con fluidez más que a susurros con su padre y que tartamudea en clase. Ayuda a mamá en el campo y a papá en la recogida de panales de miel, hasta que un día éste queda suspendido de la rama de un árbol, que se quiebra bajo su peso, a merced del zumbido de las abejas.

Ambas producciones cuentan con una generosa aportación alemana -tanto de su poderosa televisión pública como de fondos regionales de dos estados federados-. Pitts contó, además, con ayudas del fondo World Cinema de la Berlinale, destinados a potenciar el cine de Latinoamérica, Oriente Medio u otras cinematografías -ayudas de las que han surgido filmes como La teta asustada o El abrazo partido-.

Sin embargo, en lo que se refiere al impacto mediático, las únicas presencias que convocaron a las cámaras fueron las de las actrices norteamericanas Amanda Peet, Rebecca Hall y Catherine Keener, el trío protagonista de Please Give, de Nicole Holofcener, exhibida fuera de concurso.

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