Arte

Bellos poemas de contrastes

  • El Claustro de Diputación recupera de nuevo su mejor nivel con la actual exposición del fotógrafo Chema Madoz

No es mala noticia la presentación de la obra de Chema Madoz en Cádiz. Es una excelente noticia. Sobre todo después de un tiempo con exposiciones artísticas en el Palacio de la Diputación muy por debajo de lo que era norma habitual. Me imagino que la culpa de todo esto -como de casi todo en estos tiempos- lo tendrá la crisis y la falta de presupuesto. Justificación socorrida y que, sin otras consideraciones, acalla bocas. Lo que es cierto es que de aquellas importantes exposiciones en el Claustro del Palacio hace tiempo que no sabemos casi nada. Y ya que ésta se trata de fotografía grande, acordarnos de aquellas importantísimas que las hubo con los nombres todopoderosos de Alberto García Alix o Ciuco Gutiérrez por nombrar sólo a dos de los que nos llenaron de artisticidad con su obra.

Por eso la presencia de esta magnífica exposición nos hace felices y nos vuelve a retomar aquel tiempo pasado, que en esto sí fue mucho mejor.

Que Chema Madoz es uno de nuestros mejores fotógrafos es algo que a estas alturas no dudan ni los más descreídos. Sus formas, sus composiciones, sus poemas representados avalan a uno de los artistas con más entusiasmo creativo de los últimos tiempos en España. La exposición nos vuelve a situar ante una realidad a la que se ha manipulado hasta arrancarle situaciones extremas en las que la imagen adopta sus más inverosímiles desarrollos representativos. El artista madrileño extrae a la forma representada sus posturas más divertidas, consigue que los objetos se transformen en rebeldes asuntos susceptibles de las más imposibles situaciones.

Los objetos reales que mantienen una sombría existencia, sin apenas sobresaltos que impongan un desenlace divertido, retoman unas posiciones menos envaradas y dan suelta a unos postulados provocadores capaces de las más imprevisibles experiencias. De esta manera el aburrido transcurso de las cosas inútiles abren las compuertas de un universo nuevo por donde entra una brisa refrescante y mediata que rompe con la pulcra y anodina representación acostumbrada.

Chema Madoz compone en cada obra un bello poema visual, una metáfora de los usos de la existencia, un divertido juego donde la realidad abre las compuertas de la emoción y centra un feliz paisaje por donde anidan los bellos esquemas de un entorno con desenlaces y desarrollos imposibles.

En cierta ocasión escribí que Chema Madoz era un componedor de bellas greguerías, posicionados desde el prisma privilegiado de un espectador que se siente cómplice de una realidad distorsionada. Existen unos registros de jerarquía surrealista que juegan a la rueda de lo felizmente transgredido.

Chema Madoz nos vuelve a situar en un paisaje de imposibles que adquieren una nueva categoría desde la complicidad de un lector que asume la mediatez de lo representado.

De nuevo nos encontramos con una feliz exposición en el antiguo Palacio de la Aduana. Otra vez la intensidad del arte con mayúsculas acude a una ciudad que, desgraciadamente, ve como algunas de sus, hace poco, mejores puertas se han entornado. Espero que no se cierren definitivamente.

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