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Cultura

En la Arcadia de Cunqueiro

  • La editorial sevillana Paréntesis rescata 'Las historias gallegas', una recopilación de breves retratos que ilustran la visión del escritor de su entorno como un territorio propicio para la fantasía y la esperanza

Días antes de morir, el 28 de febrero de 1981, Álvaro Cunqueiro escribió una introducción a Las historias gallegas, volumen prácticamente desconocido hasta ahora, publicado entonces por una caja de ahorros de su tierra. La cualidad postrera de esta obra, que reedita ahora el sello sevillano Paréntesis, dirigido por Antonio Rivero Taravillo, incumbe también a los propios textos, "en cierto modo un resumen" de los intereses de este autor de erudición "extraña y atrabiliaria" y convencido de que su pueblo era "uno de los más cultos y espirituales de Europa", explica Manuel Gregorio González, escritor y crítico literario de este periódico, autor también del prólogo del volumen.

"En estos pequeños retratos míos -dejó dicho Cunqueiro en las primeras páginas- aparece el gallego tal y como es, a la vez creedor y escéptico, mágico pero racionalista, supersticioso y espiritual. Una mezcla bastante compleja, pero que constituye un éxito humano". Y así el escritor, que siempre defendió que "inventar es un método válido para conocer" y fue consecuentemente un gran fabulador, compuso hasta 67 pequeños retratos de gentes diversas para indagar en lo que él consideraba la esencia de la galleguidad.

Todos esos personajes -uno que busca un tesoro, otro que es dueño de un sombrero muy especial, seres vagabundos, sujetos que se toman su tiempo para explicar el porqué de su nombre...- tienen detrás una pequeña historia, generalmente divertida, y comparten "un trozo de locura apacible", señala González, responsable de una biografía sobre el escritor, Don Álvaro Cunqueiro, juglar sombrío, ganadora en 2007 del Premio Antonio Domínguez Ortiz. El libro es pues un "retablo de maravillas del ser gallego" tal como lo entendía el autor, un acopio de ejemplos de "ese modo de ser fantasioso, de esa fantasía rural e ingenua, de esa parte mágica y de maravilla en el sentido antiguo" que el escritor gallego encontró siempre en los habitantes de su tierra. Un tierra que para él tuvo mucho de "pequeño paraíso", como si fuera una "Arcadia pueblerina" y él, que se tenía por fantástico orador, un "Homero de Mondoñedo" dispuesto a emular a esos "viejos narradores de la tribu que por la noche junto al fuego contaban historias maravillosas de dioses, de brujos, de enfrentamientos cósmicos entre el bien y el mal", explica el autor del prólogo.

En este sentido, esa Galicia cunqueriana envuelta en fábulas de estirpe medieval nunca tuvo el aspecto de "tragedia shakespereana de Valle Inclán" ni el "fondo de amargura de Torrente Ballester o Camilo José Cela", continúa el escritor y crítico sevillano. Lo que explica, a su juicio, la evidencia de que el gallego no gozara nunca de esa "última hora de actualidad" que tantos otros alcanzan. "Por dos motivos principalmente -detalla-. El más profundo es el carácter alegre de su imaginación y el tono indulgente de su obra. La literatura que se hace en ese momento [de la década de los 40 a los 80] tiene un componente amargo y agónico, que de hecho se corresponde con el existencialismo y con un periodo de la historia de Europa que es esencialmente triste, quizás el más oscuro de la humanidad por motivos obvios. Por eso la de Cunqueiro, que siempre luchó contra la desesperanza, es una obra absolutamente a contracorriente". También pagó la factura de su "vaga filiación falangista", fruto más de su "ideario conservador" que de un interés serio por la política.

Son éstas las dos razones fundamentales de la "persistente incomprensión" de Cunqueiro. Un escritor que no sólo no es "un genio retardario", sino que de hecho, como sostiene González, dejó una obra de "radical modernidad". "Buena parte de la literatura que se hace en el siglo XX gira en torno al mito, a su investigación y a la recopilación de saberes. En esto se adelantó, como en tantas otras cosas, a lo real maravilloso, que está en Cunqueiro mucho antes del éxito de gran cantidad de autores con el boom americano".

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