Cultura

Alejandro Morilla, con una oreja en cada toro, sale por la puerta grande

  • Tarde tristona en la Plaza Real con muy poco público en los tendidos · La corrida de Hermanos Torres Gallego tuvo nobleza y se remendó con dos toros de Camacho · Salvador Cortés obtuvo un trofeo

Alejandro Morilla, con muchas ganas, cortó una oreja de cada uno de sus toros en la corrida de feria que abrió la temporada portuense.

Fue una tarde tristona con muy poco público y más gente de fuera que de El Puerto. Tiene que ser muy fuerte el cartel para que la gente deje el Real de la Feria y llene los tendidos; y ese vació sumado a las obras en gradas y palcos, vacías y desangeladas, y para colmo la luz de un día nublado, nada tenían que ver con el colorido que embellece a la Plaza Real. Tan tristona que hasta estaban descoloridas las gualdrapas que guarnecen la presidencia. Y el remate chungo del aire, que molestó en la lidia y en cites a los tres toreros.

Y si hubo una puerta grande para Morilla y una oreja para Salvador Cortés, también hubo otra que no cortó Pérez Mota en su primero por la espada, que bien merecida la tenía. Fueron trofeos por el resultado, el esfuerzo y la voluntad, más que por brillo artístico: no se olvide que esto es para gustar y la gente pidió las recompensas.

La corrida fue de mansona nobleza, -yente y viniente- con toros con edad ya que los había del 2003 y 2004, pero sin maldades de asustar, con la excepción del más serio tercero; el cuarto, abrochadito tenía la cara ideal que apetecen los toreros. Lo que le faltó al ganado fue chispa, transmisión, celo, motor... como quieran llamarle.

No decía nada el sosete primero. Cortés, correcto pero sin profundizar, su tono vino a menos a la vez que el toro perdía pujanza. Con su segundo ocurrió un calco de lo sucedido ante el primero de su lote, con la diferencia de que Salvador Cortés calentó más el cotarro al final, muy encima del toro y rematando con el pase que creara Joaquín Bernadó.

Morilla puso mucho empuje. También soso su primero, compuso una labor con los altibajos paralelos a los de un toro que iba a media altura y sin romper, aunque con nobleza y mucho mejor recorrido cuando se le citaba con la derecha. Le cortó la oreja y sumó la de su segundo, toro al que el portuense también atacó mucho, con más ganas que nadie, y un toreo bullidor y cambiado ante un toro de poca fuerza que embestía metiendo las patas por delante.

Pérez Mota, con mucha seguridad y sitio en la cara del toro, malogró al descabellar una faena con notas de calidad en su primero. Muy técnico y sujetando la querencia, exprimió con voluntad y solvencia lo poco que llevaba dentro su desrazado segundo, dejando una notable impresión.

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