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"Es el momento de cambiar EEUU"

  • Obama arremete contra McCain en un discurso centrado en conquistar a la clase trabajadora en el broche de la Convención demócrata · El senador por Illinois agradece a Bill y Hillary Clinton su apoyo

Era su gran noche, y Barack Obama disfrutó cada segundo de ella. Ante más de 75.000 personas entregadas a su causa y ansiosas por una gran fiesta, el senador por Illinois aceptó formalmente ser el candidato de su partido a la presidencia de Estados Unidos, el primer negro en conseguirlo.

Conocido ya en todo el mundo por sus capacidades oratorias, Obama no decepcionó en el discurso hasta ahora más importante de su vida. No faltaron las reminiscencias de John Fitzgerald Kennedy y Martin Luther King, las dos personalidades históricas con que más se compara al senador por Illinois.

No era difícil tampoco, porque los paralelismos estaban servidos incluso antes de empezar: al trasladar su discurso de aceptación a un estadio, Obama siguió los pasos de Kennedy en 1960. Y en un día como el que Martin Luther King pronunció su más famoso discurso: "Yo tengo un sueño".

Desde la aceptación "con profunda gratitud y gran humildad" de la nominación con que arrancó, hasta la llamada a "marchar hacia el futuro" con que terminó 42 minutos después, Obama ofreció un amplio compendio de sus ideas políticas y de sus promesas, se mostró duro y compasivo, agradeció a Bill y Hillary Clinton su apoyo, atacó a su rival John McCain y al presidente, George W. Bush.

"Estamos aquí porque amamos demasiado a este país como para intentar que los próximos cuatro años no sean como los ocho últimos". Por ello, el candidato fue categórico al afirmar que "es el momento de cambiar EEUU y por eso me presento a presidente".

Entre los espectadores, muchos de los cuales esperaron horas para poder entrar al escenario, por momentos se llegó al éxtasis: gritos, lágrimas y muchas banderas inundaron el estadio de los Denver Broncos de fútbol americano, ataviado para la ocasión con un espectacular escenario de reminiscencias clásicas que algunos republicanos bautizaron como Egobama o Barackópolis.

Los presentes en Denver no fueron los únicos anonadados por el espectáculo. Por todo el país se organizaron reuniones para observar el histórico discurso. En Nueva York, por ejemplo, la popular Times Square se paralizó mientras Obama hablaba.

Y cuando habló, el candidato buscó principalmente conquistar a la clase trabajadora estadounidense, esa que decidirá al próximo presidente en estados como Ohio, Pennsylvania o Florida en noviembre. Los temas: impuestos, gasolina, seguridad social, educación.

"Bajaré los impuestos para el 95% de las familias trabajadoras", prometió, igual que mejorar la educación y hacer que la sanidad sea asequible para todos. También aseguró que acabará en 10 años con la dependencia del país del petróleo y que destinará 150.000 millones de dólares para desarrollar energías alternativas.

Pero por muy espectaculares que fueran sus promesas, la gran fuerza del discurso residió en la apelación a la moral y al instinto de los estadounidenses.

"Ahora es el momento", repitió en varias ocasiones, de que el Gobierno responda. Pero también, insistió, es tiempo de que los ciudadanos se despierten y acepten sus obligaciones para la comunidad. "Responsabilidad individual y responsabilidad mutua" lo definió Obama.

Con un tono pausado, con la misma calma y escenificación del resto del discurso, Obama pronunció, sin embargo, los más duros y firmes ataques a McCain desde que supo que era su rival.

"Tengo noticias para ti, John McCain: todos nosotros ponemos nuestro país en primer lugar", afirmó en respuesta a las dudas sobre su patriotismo. "Acordemos que el patriotismo no tiene partido. Yo amo a este país, y ustedes también, y también John McCain", sentenció.

Tampoco aceptó las críticas por su falta de experiencia y juicio en política internacional, retó a McCain a debatir con él sobre la materia y recordó que el aspirante republicano votó en el mismo sentido que George W. Bush en el 90% de las ocasiones.

"La política exterior de Bush-McCain dilapidó el legado que generaciones de estadounidenses, demócratas y republicanos habían construido, y nosotros estamos aquí para restaurar ese legado", sentenció.

Al final, en un intento por mostrarse como un estadista magnánimo, el candidato a la Casa Blanca propuso encontrar un término medio para los conflictos irresolubles, como el aborto, la posesión de armas, el matrimonio homosexual o la inmigración.

"Nuestro trabajo no será fácil ni mucho menos. Los desafíos a los que nos enfrentamos requieren duras decisiones. Y los demócratas, así como los republicanos, necesitaremos deshacernos de las ideas gastadas y las políticas del pasado".

Al final de su alocución, con el público del estadio entregado, y el confeti y los fuegos artificiales explotando sobre su cabeza, Obama se reunió sobre el escenario primero con su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sasha, y después con su candidato a vicepresidente, Joe Biden. Ya con la nominación definitivamente ganada, juntos afrontan ahora la recta final de la campaña hacia las elecciones del 4 de noviembre.

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