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Un año después, la guerra contra el terrorismo de Bush alcanza a Obama

  • Por primera vez desde su toma de posesión, el presidente norteamericano tuvo que emplear la expresión de su predecesor · Los republicanos aprovechan la ocasión para defender sus decisiones

La guerra antiterrorista ha alcanzado al presidente estadounidense: si Barack Obama pretendía en su primer año en el cargo ponerse al día con la herencia de la política de Bush, en estos momentos se encuentra prácticamente en su punto de partida.

Por primera vez, el presidente norteamericano debe reaccionar a un atentado terrorista -aunque fallido- contra su país. La "guerra contra el terrorismo" de su predecesor George W. Bush, es ahora también su propia guerra.

Por primera vez Obama la llamó por su nombre en su mensaje radiofónico a los estadounidenses: la nación está "en guerra" contra una red ampliamente ramificada. "Llevemos a cabo los cambios necesarios. Debatamos sobre cómo podemos proteger de la mejor forma posible el país que amamos", pidió el presidente, planteando una cuestión decisiva: ¿cómo?.

La guerra de Iraq ha llegado casi a su fin, sin reducir por ello el peligro terrorista. En Afganistán combaten más tropas estadounidenses que nunca y el conflicto se ha extendido fuera de sus fronteras, a Pakistán, sin que los estadounidenses hayan conseguido controlar a Al Qaeda.

En lugar de ello, los intereses vuelven a concentrarse en Yemen y el círculo se cierra: en el país de origen de su padre, el jefe de Al Qaeda, Osama ben Laden, halló ya refugio en los años 90 y forjó sus planes de atentar contra Occidente. Muchos de sus combatientes vienen de ese país, donde Estados Unidos fue atacado en varias ocasiones. El 12 de octubre de 2000, 17 marinos murieron en un ataque al buque de guerra estadounidense USS Cole en el puerto de Adén y otras 16 personas perdieron la vida en un atentado contra la embajada estadounidense en septiembre de 2008.

En Yemen encontró también refugio el clérigo de origen estadounidense Anwar al Awlaki, quien supuestamente tuvo un intercambio de e-mails con el mayor estadounidense Nidal Malik Hasan, que en noviembre mató a 13 soldados en la base militar de Fort Hood, en Texas. También tenía un supuesto vínculo con el terrorista nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab, autor del ataque frustrado de Navidad en Detroit.

Para numerosos expertos está claro que si el nigeriano hubiera logrado atentar contra el avión estadounidense de pasajeros durante su aterrizaje en Detroit, Obama apenas habría podido evitar una intervención abierta en el inestable país árabe.

Obama sabe que tiene que actuar. Desde el frustrado atentado parece que está contra las cuerdas. Ha pedido en varias ocasiones reformas en los servicios secretos. "Quiero que estas reformas se apliquen ya, para algo así no pueda volver a ocurrir y en el futuro se puedan evitar atentados". Sin embargo no habla de consecuencias personales, que hasta hace poco todavía dibujaba en el horizonte. ¿Por qué vacila Obama? Al parecer ninguno de los jefes de los servicios secretos le ha presentado su dimisión "en la cumbre de seguridad" que celebró el martes en Washington.

Y la oposición ya tomas cartas en el asunto. El ex vicepresidente Dick Cheney, uno de los principales cerebros del gobierno de George Bush, no ha dudado en atacar con su argumento estándar: mientras estuvieron en la Casa Blanca no hubo ningún atentado más tras el 11 de septiembre de 2001.

La política de Obama de prohibir la tortura, cerrar Guantánamo y poner fin a los tribunales castrenses es, en su opinión, simple y llanamente irresponsable. "Pone en peligro la vida de los estadounidenses", concluyó Cheney.

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