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La cúpula demócrata decide qué hacer con los delegados de Florida y Michigan

  • De esta decisión depende tanto el futuro de Clinton como la unidad del partido

El Partido Demócrata ultimaba ayer los argumentos con los que hoy quiere resolver la complicada papeleta de Michigan y Florida, una decisión de la que depende tanto el futuro de la candidatura de Hillary Clinton como la propia unidad del partido.

Lo que está en juego son los 368 delegados de esos estados, castigados con no sentar ningún delegado en la Convención Demócrata de finales de agosto por adelantar sin permiso sus primarias.

La mayor defensora de revertir esta decisión es Clinton quien, si bien no hizo campaña en ninguno de los dos estados, sí presentó su papeleta y ganó, con lo que ahora quiere sumar sus delegados para reducir la brecha que le separa de su rival, Barack Obama.

El senador por Illinois no se presentó en Michigan -un Estado de clase blanca trabajadora favorable a Clinton- pero sí presentó su candidatura en Florida, y perdió.

Los 30 miembros del Comité de Normas y Reglamentos del partido se reunirán hoy en un hotel de Washington para tomar una decisión sobre este enrevesado culebrón, en el que el principal objetivo es alcanzar un veredicto que satisfaga a las partes y no desautorice el castigo impuesto a Michigan y Florida. Lo ideal sería una solución consensuada que aceptasen los dos aspirantes y que, además, evitara una quiebra del partido que podría ser perjudicial de cara a las presidenciales del 4 de noviembre.

En la reunión se oirán los argumentos de la jefatura del partido, de los defensores de Obama y de los partidarios de Clinton, entre los que está el copresidente del comité, Alexis Herman, antiguo miembro del Gabinete de Bill Clinton.

Para el articulista del New York Observer Joe Conason, es notable cómo Hillary Clinton cambió su actitud hacia la validez de las primarias de Michigan y Florida cuando se hizo evidente su victoria en ambos estados, y que iba a necesitar estos delegados para acortar su diferencia con Obama.

La ex primera dama ha dicho públicamente que no contar estos votos sería como equiparar el proceso de primarias a las elecciones que se realizan en países sin garantías constitucionales. Para el articulista, Clinton debería evitar hacer estas comparaciones, especialmente cuando en Michigan sólo aparecía su nombre en la papeleta y sus opositores tuvieron que votar en blanco o abstenerse, como en los países poco democráticos.

Los defensores de Obama, que retiró su candidatura de Michigan por razones estratégicas, deberán tomar una postura clara sobre este conflicto, en el que ha tratado de mantenerse al margen para no abrir una guerra dialéctica.

Otra posición difícil es la del presidente del partido, Howard Dean, a quien se acusa provocar esta situación al imponer a los dos estados un castigo draconiano sin negociación previa. Ahora, Dean tiene ante sí el difícil reto de avanzar en la reunificación del partido sin desdecirse a sí mismo ni desautorizar las decisiones del partido, para el que era evidente que la desobediencia de Michigan y Florida merecía un castigo.

Conscientes de que la mejor solución es un acuerdo salomónico, el Comité podría decidir permitir a la mitad de los delegados sentarse en la convención. Otra opción es dejar que acudan todos, pero con medio voto cada uno.

Clinton, de momento, quiere que se le conceda el cien por ciento de los delegados que obtuvo en estas primarias. De ser así, obtendría en Michigan y Florida 111 delegados más que Obama. Ello no marcaría una gran diferencia con respecto a la situación actual, en la que el senador de Illinois encabeza el recuento con 1.981 delegados, 199 más que la ex primera dama. Pero Clinton sigue viendo en esta posibilidad el único camino que le queda para convencer a la jefatura del partido de que las primarias han acabado en un virtual empate. Si lo logra, surgirían dos posibles soluciones de futuro impredecible: unir las dos candidaturas en una sola papeleta o llevar la batalla por la candidatura hasta la convención de Denver.

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