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El Gobierno iraquí pide que le condonen la deuda externa "heredada del dictador"

  • La suma, que "perjudica el proceso de reconstrucción", está calculada en unos 38.500 millones de euros

Iraq quiere borrar el legado dejado por Sadam Husein no sólo en política sino también en economía, por lo que el primer ministro, Nuri al Maliki, pidió ayer a los acreedores internacionales la condonación de la deuda externa, valorada en unos 60.000 millones de dólares, aproximadamente 38.500 millones de euros. A juicio del líder del Ejecutivo, "las deudas de Iraq, heredadas del dictador" y correspondientes en su mayoría a países del Golfo Pérsico, "perjudican al proceso de reconstrucción".

Los problemas de Iraq adquirieron hace tiempo dimensión global, opinó el primer ministro de Suecia, Fredrik Reinfeldt. Y ofreció un ejemplo de ello a los delegados que asisten a la conferencia internacional sobre este país que se celebra en Estocolmo: "Más de un 1% de la población sueca es de origen iraquí".

La afluencia de refugiados procedentes del país árabe que, tras años de guerra y opresión, llegó al norte de Europa es tal, que la paz y la estabilidad en Bagdad ha adquirido una importancia extraordinaria para los nueve millones de suecos.

El hecho de que la segunda conferencia gubernamental del Pacto para Iraq se convocara en Estocolmo y no en la capital iraquí se debe a la precaria situación de seguridad que sufre el país árabe.

Sin embargo, ante los cerca de 600 delegados provenientes de un centenar de países que participan en el encuentro se mostró una imagen cautamente optimista del desarrollo de los acontecimientos tras cinco años de invasión, guerra y la consecuente ola de terrorismo, caos y emigración masiva.

"Iraq se aleja del abismo", aseguró el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que celebró un "nuevo espíritu de esperanza" sobre la situación.

El surcoreano aún podía reclamar para sí cierta dosis de neutralidad frente a un auditorio compuesto, entre otros, por la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, el jefe de Gobierno iraquí, o el ministro de Exteriores iraní, Manuchehr Mottaki, actores principales y parte interesada en el conflicto de Oriente Próximo.

Por eso nadie se sorprendió de que Al Maliki pintara una imagen optimista y sin parches de la situación en su país. El riesgo de guerra civil apareció en su discurso como definitivamente enterrado, el avance hacia la reconciliación nacional como "motivo de optimismo", y la situación económica de los últimos 12 meses como "en extremo positiva".

En la conferencia sobre el futuro de Iraq nadie quiso repetir conflictos del pasado, como la completa división europea ante la guerra en 2003: Bruselas consideró un rotundo éxito que el ministro de Exteriores de Eslovenia, Dimitrij Rupel, actual presidente del Consejo, pudiese presentar por primera vez una postura comunitaria conjunta frente a Iraq.

También llamó la atención la claridad con se produjo la crítica de la UE al Gobierno de Al Maliki: violaciones de los derechos humanos, mal aprovisionamiento a la población a pesar de la riqueza petrolera y una insuficiente asistencia a millones de desplazados internos y externos fueron algunos de los puntos resaltados.

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